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2014-11-28
 

De fiesta por Colombia: el alma viva de nuestras celebraciones

 
 César David Martínez /Foto: Edward Lora, MinCultura - @edwardloram
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 "De fiesta por Colombia", un proyecto fotográfico para resaltar el patrtmonio cultural inmaterial colombiano.




Por
Juan Carlos Millán Guzmán
Grupo de Divulgación y Prensa
Ministerio de Cultura​


Dedicada desde hace 15 años al desarrollo de diverso tipo de proyectos, en procura de resaltar diversos aspectos de los valores y tradiciones culturales de Colombia, entre las más recientes propuestas de mnr ediciones destaca Colombia, cocina de regiones (2012) -que reunió a 10 expertos en la materia, especialistas en Cocina, Antropología, Sociología e Historia-, a lo largo del cual se hace un recorrido por los diversos sabores de nuestra cocina.

 

“Este año nuestra novedad es De fiesta por Colombia: nosotros descubrimos a César David Martínez y tuvimos la oportunidad de ver el material que venía recopilando desde hacía dos años con un esfuerzo enorme que lo llevó a recorrer todo el territorio”, precisa María Lía Neira Restrepo, Directora General de la Editorial, quien terminó enamorada del material fotográfico, e inmediatamente comenzó a soñar con la posibilidad de hacer un libro que le rindiera un homenaje a las fiestas populares, con una característica especial: trascender la propia fiesta.

 

''Lo que nosotros hicimos con este libro es reflejar el alma viva de la fiesta y de cada una de estas celebraciones con el fin de mostrar el trasfondo cultural que hay detrás de toda fiesta'', explica la editora, para quien cada uno de estos festejos son un reflejo de la diversidad de un país que celebra en torno a las más diversas temáticas, tanto de origen religioso como pagano, a través de las cuales hay un permanente mensaje de unión entre las diversas culturas y etnias que hacen parte de nuestra identidad como colombianos.


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 ''Nuestra intención era enviar un mensaje a todos los colombianos, para que se dieran cuenta de que a pesar de las dificultades cotidianas, hay unas tradiciones y valores de los que todos debemos sentirnos orgullosos para poder difundirlas dentro y fuera del país'', destaca, precisando que si bien no están todas las que son –Colombia es un país que cuenta con alrededor de 700 fiestas a lo largo y ancho del país-, sí son todas las que están.

 

''Adelantamos una curaduría con el fin de encontrar aquellas fiestas y celebraciones que fueran más representativas de las diversas regiones del país, a lo largo de un proceso que contó con el permanente interés y acompañamiento del Ministerio de Cultura, tras considerar que se trataba de un documento visual capaz de difundir lo que somos'', precisa María Lía, para quien la participación del Grupo de Patrimonio Inmaterial y en especial del Arquitecto Alberto Escovar, quien ha acompañado varias de las declaratorias de Patrimonio de varias de las festividades que integran el libro, estuvo a cargo de la redacción de los textos que integran el libro, junto a Luis Guillermo Restrepo –quien escribió las introducciones a cada fiesta que está retratada en el libro-.

 

''El material fotográfico era de tal calidad que valía la pena desarrollar unos textos que estuvieran a la altura del conjunto del proyecto, con el fin de dieran cabal cuenta de lo que somos'', sostiene María Lía, para quien una de las principales apuestas de la Editorial que dirige es la demostrar que Colombia es un país maravilloso, en el que todos los colombianos sean capaces de defender la esencia de su alegría y todos sus valores, que a veces suelen caer en el olvido por cuenta de las vicisitudes.

 

''Este es un libro digno de tener en todas las casas colombianas para leer, para ver, repasar, explorar y conocer lo que somos'', subraya la editora, insistiendo en que a pesar de las dificultades de cada día, Colombia es un país que puede llegar a ser mejor y dar cabida para todos. ''La fiesta asociada exclusivamente a la parranda se la dejamos a otros'', enfatiza, para luego llamar la atención sobre las Cuadrillas de San Martín que se celebran en el Meta año tras año; festividad de origen medieval con un carácter verdaderamente alucinante gracias al colorido de jornadas ecuestres con caballos pintados, máscaras y figuras alegóricas al tema de la muerte.

 

''Entender que todas estas fiestas y celebraciones son producto de las diversas culturas, razas y migraciones que llegaron a Colombia, reflejadas en una enorme variedad de expresiones musicales, y particulares matices'', prosigue María Lía.


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"Nosotros descubrimos a César David Martínez y tuvimos la oportunidad de ver el material que venía recopilando desde hacía dos años", comenta María Lía Neira Restrepo, Directora General de la Editorial. ​/ Foto: Edward Lora, MinCultura - @edwardloram.


La intimidad de la fiesta

 

Egresado de la Facultad de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia, el fotógrafo César David Martínez lleva cerca de 10 años recorriendo el país en procura de capturar historias a través de su lente, a lo largo de una serie de extensas travesías que lo han llevado a conocer cerca de 400 destinos. “Mi primera cámara fotográfica profesional la tuve en 1994 y en 1996 gané un concurso de fotografía ecológica.

 

18 años más tarde, Martínez ha sido merecedor de otros 30 premios nacionales e internacionales de fotografía, entre los que destacan: Primer Premio en la Fotomaratón de Bogotá (2006); International Latino Book Awards, Nueva York (2010, 2011, 2012), y Premio del Concurso de Fotografía del Carnaval de Barranquilla, 2012. Además he trabajado con Villegas Editores, Jardín Botánico José Celestino Mutis, Revista Semana y la Secretaría de Ambiente.

 

“Los lineamientos que he seguido a lo largo de mi carrera son la reportería gráfica, la fotografía documental y de naturaleza”, explica César David, cuyo principal interés con esta nueva obra ha sido contribuir a salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial que representa cada una de las fiestas, para el país y sus diversas regiones.

 

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

 

Hace cerca de tres años comencé a recorrer el país con la idea de realizar una obra en torno al patrimonio cultural inmaterial, con especial énfasis en los carnavales, ferias, fiestas y celebraciones que se adelantan en el país; de las cuales recorrí alrededor de 25, para luego iniciar conversaciones con mnr ediciones, quienes siempre han manifestado particular interés por mi trabajo, y terminaron haciendo realidad el libro.

Como tenemos tantas regiones y cada una de ellas tiene su propia identidad y tradición cultural que están representadas en este tipo de ambientes, tuve la idea de capturar el alma y su esencia a través de mi lente, porque cuando comencé a ver la riqueza pictórica que hay en cada una de ellas –desfiles, comparsas y carrozas; disfraces, vestidos y maquillaje-, me pareció que era un ambiente ideal para adelantar mi trabajo, así que organicé un cronograma de trabajo, comencé a contactar a las organizaciones a cargo de cada una de estas celebraciones y arrancamos.

 

¿Cuándo comenzó a trabajar en este proyecto?

 

Iniciamos con el Carnaval de Barranquilla 2012, año en que también gané el concurso y que me motivó mucho más en seguir adelante con un proyecto que necesariamente iba a tomar más de un año porque hay muchas fiestas que se cruzan unas con otras: en la primera semana de enero está el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto (Nariño), la Feria de Manizales, y el Carnaval de Riosucio (Caldas); o la celebración de la Semana Santa que se realiza en Mompox (Bolívar) o en Popayán (Cauca).

 

¿Qué tienen de particular las fotografías que hacen parte de De fiesta por Colombia?

 

Este es el libro número 18 en el que yo participo, de tal manera que la experiencia de trabajar en otros proyectos me ha dado la posibilidad de aprender a ver las cosas de una manera particular que me han llevado a tener mi propio estilo. Para este caso en particular, decidí concentrarme en la parte humana de cada fiesta, y de las diversas relaciones que asumen sus protagonistas, porque a lo largo de los 2 o 3 días que pueda durar la celebración las personas se transforman en lo que siempre han querido ser a lo largo del año.

 

Llama la atención la presencia de las celebraciones correspondiente a la Semana Santa que se realiza en Mompox o Popayán, puesto que no son fiestas. ¿Qué lo llevó a incluirlas dentro del libro?

 

Uno de los enfoques del libro es poder apreciar la riqueza cultural de Colombia a través de su Patrimonio Inmaterial –aspectos intangibles que están representados en sus diversas celebraciones, ferias y fiestas-, de tal manera que aparte de Mompox y Popayán también decidimos incluir las Fiestas de San Francisco de Asís -o San Pacho-, en Quibdó, por tratarse de celebraciones de carácter religioso que tienen una tradición cultural muy arraigado dentro de nuestra cultura.

 

Trabajo que implica una labor de corte periodístico e investigativo…

 

¡Por supuesto! Cada una de las fiestas y carnavales en los que tuve la posibilidad de estar tienen su propia logística y trabajo investigativo; dos meses antes de cada evento hay que solicitar los correspondientes permisos, acreditarse, y comenzar a adelantar una labor de corte académico con el fin de conocer en profundidad lo principales elementos culturales que hacen parte de su esencia, para luego identificar las particularidades que quería cubrir en el terreno.

 

¿Cuáles fueron los principales criterios que se tuvieron en cuenta  a la hora de hacer la selección de las celebraciones que se incluirían en el libro?

 

Cubrimos todas aquellas fiestas y celebraciones que han sido declaradas Patrimonio Cultural e Inmaterial: Semana Santa de Popayán, Carnaval de Barranquilla, Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, Fiestas de San Pacho en Quibdó; y otros más pequeños que aunque no hace parte directa de la declaratoria están cobijados por ella, como el Carnaval de Fuego de Tumaco, o el Petronio Álvarez de Cali, en el que están presentes las marimbas de chonta del Pacífico, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

 

De igual manera tratamos de abarcar las diversas regiones de nuestra geografía: los Llanos, la Costa Caribe, la Costa Pacífica, la zona del Centro Andino. Neiva, Huila y Caquetá. Tratamos de incluir todo este conjunto a través de algunas de sus fiestas más representativas, teniendo en cuenta su importancia, a la par de dejar de lado cualquier tipo de manifestación que incluyera cualquier tipo de maltrato animal.

 

¿Qué fiestas se le quedaron sin revelar?

 

En Colombia hay cerca de 700 fiestas, y hay cosas muy particulares que aspiro poder registrar con mi cámara en los próximos años: el Reinado Mundial de la Piña que se celebra en Lebrija (Santander), las Fiestas del Mar de Santa Marta (Magdalena), o el San Pedro –nosotros lo cubrimos en Neiva (Huila), pero también se celebra en Tolima-. En Ginebra (Valle de Cauca), se celebra el Festival del Mono Núñez, y ese también nos falta, porque en un libro de esta naturaleza resulta imposible abarcar todas las fiestas: el Reinado de la Panela (Villeta, Cundinamarca), o el de la Guabina, el Tiple y el Bocadillo (Vélez, Santander).


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"Cada una de las fiestas y carnavales en los que tuve la posibilidad de estar tienen su propia logística y trabajo investigativo", comenta el fotógrafo  César David Martínez. Foto: Edward Lora, MinCultura - @edwardloram.​

 

Carnavales y fiestas

 

Gabriel García Márquez retrató con absoluta maestría una conducta que para los cachacos resulta paradójica: la melancolía del costeño. ¿Qué tanto se percibe esta situación en los carnavales y fiestas de esa región y el resto del país?

 

Luego de haber presenciado 25 de estas celebraciones, puedo afirmar que el carnaval brinda la posibilidad de ser esa otra persona que todos queremos ser: alguien que busca estar alegre y quiere celebrar a través del canto o el baile y otras manifestaciones artísticas, porque la fiesta nos da la posibilidad de exorcizar todas esas cosas negativas que nos han ocurrido a lo largo del año, y más tratándose de un país como el nuestro en el que nadie puede negar situaciones como la pobreza o la violencia.

Y de alguna manera, la fiesta y el carnaval nos brindan la posibilidad de revelarnos y hasta de burlarnos de nuestras propias tragedias. Y en la costa, por ejemplo, uno ve una serie de proyectos quiméricos que la gente solo puede llevar a cabo en estos escenarios, porque en la práctica no serían posibles. Así es que esa melancolía del costeño, y por extensión del colombiano, se transforma a la hora de la fiesta.

 

Algunas de las poblaciones en las que tienen lugar estas celebraciones tuvieron un trasfondo marcado por la violencia. ¿En que forman ha contribuido la fiesta a superar este pasado tan doloroso?

 

Muchas de las zonas que visitamos fueron azotadas por la violencia, pero por ejemplo en el Carnaval del Fuego que se celebra en Tumaco, algunas personas se disfrazan de los distintos actores de esa situación de conflicto haciendo burla de ellos, quizá como una forma de rechazar cualquier tipo de acción vinculada a la guerra.

Salen también comparsas que suelen recordar la época de la esclavitud, en las que las comunidades afrocolombianas vuelven a asumir un papel de esclavos  y se recuerda esa discriminación racial tan fuerte que hubo.

Las Fiestas de San Pacho, en Quibdó (Chocó) son unas de las más largas que se celebran en el país –duran 15 días- y uno puede ver una serie de carrozas que tienen mensajes y dioramas con un carácter muy crítico respecto a la situación de violencia o la corrupción que se presenta en la región.

 

¿Alguna de estas celebraciones que haya llamado particularmente su atención?

 

Pese a que nuestro carnaval más conocido, incluso en el exterior, es el Carnaval de Barranquilla, a mí me llamó mucho la atención el desfile de las carrozas que se celebra en el marco del Carnaval de Negros y Blancos que se realiza en Pasto, porque es la máxima expresión de nuestra identidad como colombianos que puede ver en todo el país, por la forma en que los maestros artesanos tardan hasta seis meses en su diseño y elaboración.

Cuando estas carrozas salen a la calle la ciudad queda paralizada, y si uno se hace en un lugar que le permita tener una panorámica del entorno se podrá dar cuenta de un desfile que pareciera no tener fin, en el que hay entre 60 o 80 de estas creaciones magnificas que son un reto a la imaginación, porque pese a que se trata de auténticas artesanías de tamaño descomunal, la mayoría de ellas  están concebidas para durar hasta ese día y luego ser destruidas.

 

¿Alguna particularidad cultural que recuerde?

 

Durante el Festival de la Cultura Wayúu, tuve la oportunidad de ir a una ranchería donde presencié la forma en que un Palabrero ya mayor preparaba a su nieta –una princesa del clan, o majayut- que haría parte del Reinado Majayut; único certamen en su tipo en el que la reina no se elige en virtud a su belleza física sino a los conocimientos que tenga de su cultura.


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