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2013-10-29

Los libreros y el Festival de Librerías de Arcadia: espacio vital para lectores y libros

 
Foto: Milton Ramírez, MinCultura / @FOTOMILTON
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 Libreros que hicieron parte del Festival de Librerías de Arcadia gracias al Ministerio de Cultura, reiteraron la necesidad de preservar este tipo de eventos.


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''Si no fuera por el apoyo del Ministerio de Cultura esto no hubiera sido posible: eso es así de cierto, claro y contundente'', afirma la gestora de la segunda versión del  Festival de Librerías de Arcadia, Marianne Ponsford, quien no duda en destacar la importancia enorme que tienen directrices como las de ofrecer un amplio respaldo al sector de los libreros independientes y pequeñas librerías, a quienes la directora de la prestigiosa revista cultural define como ejes destacados de la movida cultural en las ciudades.

Y en tal sentido, Marianne no puede ocultar una enorme sonrisa de satisfacción al ver la acogida del evento que se desarrolla gracias a su iniciativa y el apoyo esencial del Ministerio, el cual volvió a batir nuevos records de asistencia no obstante a que debió desarrollarse en un fin de semana particularmente complejo debido a la multiplicidad de eventos que tuvieron lugar durante el pasado fin de semana: ArtBo y la Noche en blanco, por tan solo citar dos de ellos.

Gracias a los libros y el amplio universo de personas dedicadas al oficio de escribirlos, editarlos y venderlos, el parque de la 93 se vio colmado de personas interesadas en hacerse a alguno de los ejemplares exhibidos como parte de una oferta en la que sin lugar a dudas había para todos los gustos, y en la que sin duda alguna los libreros fueron los principales protagonistas a lo largo de tres días matizadas por las historias cantadas y contadas, en el que los nuevos desarrollos para libros en formato digital gracias a la ambiciosa apuesta de la Biblioteca Nacional de Colombia, también estuvieron a la orden del día.

Con una Feria del Libro consolidada y de una relevancia regional como la que se celebra cada año en Corferias, la gente podría preguntarse las razones de realizar un evento como el del Festival de Librerías;  la respuesta, de acuerdo con Marianne, no podía ser otra que si bien ese es un espacio destinado a las grandes editoriales –dueñas de un robusto músculo financiero-, en el que el metro cuadrado es muy costoso, la verdad es que las pequeñas librerías debían resignarse a mantenerse al margen del evento no obstante a los costos enormes que implica pagar arriendos y mantenerse activas durante todo el año.

''Lo más difícil de todo proceso cultural es la constancia y permanencia con el fin de que las iniciativas se mantengan y perduren durante mucho tiempo'', puntualiza Ponsford, para quien la masiva acogida que ha tenido el Festival demuestra que la gente también quiere hacer otras cosas distintas a recorrer un centro comercial todos los fines de semana, y sin embargo el resto de eventos de carácter cultural también contó con una gran afluencia de público de todas las edades y los más diversos lugares, no obstante a algunas voces que cuestionan el hecho de que el Festival de Librerías es un evento destinado a las élites.

Señalamiento al que Ponsford responde enfática que se trata de un evento gratuito al que cualquier persona puede acercarse, sin desconocer el hecho de que este tipo de iniciativas no pueden ni deben ser confundidas con campañas de promoción de lectura, para las que existen otros canales. “Hay una necesidad de que venga un tipo de público de estratos 4, 5 y 6 porque este sigue siendo un país muy dividido en el que las personas de estratos bajos no tienen para salir a comprar un libro de $ 60.000 u $ 80.000 pesos”, declara convencida y sin ningún tipo de vehemencia o ánimo de querer ocultar el sol con las manos.

''Para los estratos bajos se llevan a cabo otro tipo de estrategias que también funcionan, como la colección de libros que periódicamente lanza la Secretaría de Cultura de Bogotá con su campaña de Libro al Viento,  los paraderos para libros a cargo de Fundalectura, o la titánica labor que desarrolla el Ministerio de Cultura con el programa de Leer es mi cuento'', puntualiza.

Los libreros tienen la palabra

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Para Ana María Aragón, librera de Casa Tomada, iniciativas como la impulsada por Arcadia y el Ministerio de Cultura potencian el de por sí escaso número de lectores que hay en el país, en la medida que cualquier tipo de actividad que busque propiciar el encuentro entre los libros y un público cautivo resulta de provecho colectivo.

''Ojalá estas iniciativas se pudieran replicar no solo acá en Bogotá, sino en otras ciudades tal y como lo viene haciendo la Asociación Colombiana de Libreros Independientes a través de seis ferias regionales'', destaca insistiendo en la necesidad de replicar este tipo de eventos en otras partes de la ciudad debido a que en virtud a su inmenso tamaño, la gente solo acostumbra a desplazarse por determinadas zonas. Sumado al hecho de que se trata de espacios abiertos de público acceso.

''Iniciativas como esta no solo ayudan a las librerías, sino a los autores –sobre todo a los nacionales- y editoriales pequeñas que hasta ahora están comenzando, en la medida que este tipo de espacios son una vitrina para poderse dar a conocer al gran público'', asevera la librera para quien una de las labores más difíciles para este festival fue adelantar una selección de obras que resultara apropiada y tuviera una presencia destacada de las editoriales independientes.

''La mayoría de gente que pasa por acá ni siquiera sabe que existimos  y entonces se trata de un primer contacto con un tipo de público que puede volverse visitante asiduo de nuestras librerías, en la medida que nuestra actividad no se limita simplemente a comercializar libros sino también a realizar una serie de actividades culturales para acompañar su promoción y lectura'', destaca Ana María, a la par de subrayar que la creencia en que todos los libros son caros solo demuestra un gran desconocimiento por parte del público.

''Hay que hacer un trabajo a largo plazo para crear más lectores, de manera que una vez exista ese nuevo público se podrán realizar mayores tirajes que garanticen una significativa disminución en su precio unitario”, enfatiza además de destacar el que se hubiera acordado evitar realizar cualquier tipo de descuento de manera unánime, con el fin de diferenciar el concepto de Festival del de la Feria.

''Descuentos y remates como los que se hacen en una Feria solo hacen que la gente deje de creer en el valor del libro; de manera que editoriales y distribuidores terminan afectando toda la cadena al decidir vender sus libros por otro tipo de canales de una manera desleal, que dista mucho de nuestra labor para conquistar nuevos lectores, a partir de la calidad del libro”, asegura a la par de aconsejar a cualquier persona que decida embarcarse en el oficio de librero el pensar en volver a la librerías de barrio, por tratarse de espacios de arriendos menos costosos y en los que resulta mucho más fácil consolidar una clientela.

Estrategia para la que sin embargo la librera echa de menos el que la Ley del Libro no hubiera contemplado algún tipo de exención tributaria para las librerías y se hubiera concentrado en las editoriales.

''Creo que debería hacerse una ley de la lectura en la que procurara reforzarse toda la cadena del libro, haciendo particular énfasis en la lectura'', concluye a la par de manifestar la importancia de volver a las bibliotecas espacios mucho más vivos en los que de verdad se propicie el encuentro entre libros y lectores, de manera que los bibliotecarios desarrollen actividades relacionadas con la promoción de la lectura que se sumen a sus demás funciones y labores.

Motivos por los cuales no duda en reconocer la escogencia de Consuelo Gaitán como directora de la Biblioteca Nacional de Colombia, en la medida que a su juicio ''han puesto a una persona que sí sabe de libros, que ha estado cerca de la lectura y además es una gran lectora a dirigir una biblioteca''.


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Fotos: Milton Ramírez, MinCultura / @FOTOMILTON


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