Bogotá, 25 de enero de 2021 – El
Carmen de Bolívar se ha inmortalizado en el inconsciente colectivo como “tierra
de placeres, de luz y alegría”, gracias a la canción que lleva su nombre y que
fue compuesta por su hijo más insigne: Luis Eduardo Bermúdez.
El
reconocido músico, director de banda, compositor y arreglista, convirtió a su
pueblo natal en canción, tal y como García Márquez transformó el suyo en obra
literaria. Ambos hicieron de sus pueblos, con la transmutación del arte,
símbolos de un país y de su gente. Esta imagen se ha exportado hoy al mundo.
Sin embargo, el imaginario popular del país hace más de cien años, cuando Lucho
nació, distaba mucho de ser el que hoy día se identifica con la música costeña.
Aunque se ha escrito sobre el maestro (ejemplos son los libros “Lucho Bermúdez,
su vida y su obra”, de Carlos Arango Z; “Lucho Bermúdez, maestro de maestros”
de José Arteaga; y “Carmen Tierra Mía, Lucho Bermúdez”, de José Portaccio
Fontalvo) su legado musical ofrece todavía grandes posibilidades para la
investigación.
Lucho
Bermúdez era un músico insaciable. Muy joven, antes de convertirse en el gran
difusor de la música de su región, a Lucho le gustaba la música andina del
interior. Esto lo llevó en su carrera a componer pasillos y otros ritmos
colombianos, además de los porros, gaitas y cumbias que lo hicieron famoso.
También se sirvió de ritmos extranjeros como el bolero, e incluso inventó
ritmos propios como la patacumbia —fusión del ritmo africano pata-pata y la
cumbia— y el tumbasón, un ritmo derivado de la música antillana, que lanzó en
1960.
En
Bogotá, antes de la llegada de Lucho Bermúdez, y en cuanto a música colombiana
se refiere, eran los ritmos andinos los que gozaban de prestigio. La música de
la Costa era en el mejor de los casos algo exótico, y en el peor, percibida
como de mal gusto. Sin embargo, el maestro llegó a ser un gran impulsor de los
ritmos de su tierra en versión orquestal, llevándolos a los salones de baile
del país y el extranjero. Hoy, su cumbia Colombia Tierra Querida es cantada con
orgullo a lo largo y ancho del territorio nacional, lo cual demuestra el
cambio en gustos musicales que se ha ejercido desde entonces.
Cuando
Lucho Bermúdez nació, las regiones eran más aisladas que hoy en día. Si no era
demasiado lo que se conocía en la costa sobre música del interior, en la
capital del país, la música costeña era prácticamente inexistente. Su carrera
musical se desarrolló paralelamente a la de los medios tecnológicos de
difusión. Así, la radio, junto a las numerosas grabaciones del maestro, fue un
factor determinante para que su música se diera a conocer. Se presentó en
hoteles y clubes nocturnos en diferentes ciudades dentro y fuera del país. Su
trabajo, como el de muchas bandas latinoamericanas de la época, atravesó
fronteras, por lo que en su trayectoria artística fue un gran viajero. Lucho
fue un producto de su época, siendo uno de los pioneros de la música urbana en
el país, con sus orquestaciones de ritmos autóctonos en formato Big Band.
Después
de la radio vendría la televisión. El 13 de junio de 1954, luego del discurso
inaugural de Rojas Pinilla, siguieron números musicales entre los que se
encontraba Lucho Bermúdez y su orquesta en el especial “Estampas
colombianas”.
Otros
tiempos fueron los de su juventud. Luego de ser miembro de banda militar en
Santa Marta (a la que ingresó siendo adolescente) y llegar a director
encargado, trabajó dos años en Chiriguaná, pueblo en el que no había ni una
sola radio. Ahí tuvo a cargo una banda de 25 estudiantes. Fuera de la comida y
el pago por los arreglos, no recibía sueldo. Sin embargo, ya para entonces
componía, y la experiencia debió ser enriquecedora, pues de ahí pasó a la Banda
Departamental de Bolívar en Cartagena.