Por Gabriela Herrera
La primera experiencia del rector de la Universidad Nacional (UNAL) con el Hospital San Juan de Dios fue durante su infancia como paciente. Cuando era niño en el barrio La María, cerca de la localidad de San Cristóbal, Leopoldo Múnera (Bogotá, 1957) recuerda “una construcción magnífica". “Era impresionante en todos sus espacios, pero además era un sitio de referencia para mi madre. Ella decía que era el único lugar donde recibía buena atención especializada. También era el que podíamos pagar", recuerda.
Entre 2000 y 2003, Múnera era vicerrector de la Sede Bogotá de la UNAL y fue testigo del cierre del San Juan. Por eso describe la emoción que sintió al volver a pisar los prados por los que caminó con su madre en la infancia. Ocurrió el pasado junio, cuando regresó al Hospital durante la primera clase simbólica de los estudiantes del grupo UNidos por el San Juan, pertenecientes a la Nacional. Ahora el sentimiento se convierte en un reto: ser la cabeza de la Universidad que ha sido aliada fundamental para la construcción del San Juan como centro de referencia en investigación y educación.
El Hospital San Juan de Dios tiene una relación histórica con la Universidad Nacional incluso antes de su fundación. Por ejemplo, el proyecto de creación de una nueva universidad de la Nación en 1867 incluyó la escuela de medicina como una de las primeras, adscrita al San Juan. Con el traslado a la sede de La Hortúa en 1926, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional afianzó su relación con el Hospital. En todas sus crisis, la Institución ha propuesto un proceso de nacionalización que permita la asignación de los recursos necesarios para su funcionamiento. En varias ocasiones de la historia del San Juan y a lo largo de su proceso para convertirse en patrimonio, la entidad educativa ha aportado en diferentes momentos su esfuerzo y decisión institucional. Con el liderazgo del decano de la Facultad de Medicina, Fernando Galván, varios profesores y profesoras de diferentes áreas académicas, no solo de la salud, han participado en el plan de recuperación en los últimos dos años.
Desde el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes hablamos con el rector Múnera para ampliar esos episodios históricos de trabajo colaborativo entre ambas instituciones y entender de qué manera la Universidad Nacional de Colombia hace parte vital del proyecto de recuperación del Hospital San Juan de Dios.
Hace unos meses usted visitó el Hospital para la primera clase simbólica organizada por los estudiantes de la Universidad. ¿Cómo podría describir su experiencia?
¡Fue muy emocionante! Lo dije ese día. Realmente mi infancia estuvo ligada con el San Juan. Yo tenía la memoria del San Juan como paciente. Pero también sabía de su importancia y la del Materno Infantil para la Universidad Nacional de Colombia. Yo era vicerrector de la Sede Bogotá cuando lamentablemente y por culpa del Gobierno nacional se tuvo que cerrar. Visitarlo en ese momento fue muy emocionante porque era ver cómo estábamos empezando la etapa de la recuperación. No solo de un hospital sino de un campus de la ciudad. Se trata de la recuperación de un patrimonio cultural y de un espacio interdisciplinario, no solo para la salud, sino para la formación de los estudiantes de todas las áreas.
Ahora que menciona un poco esos recuerdos personales, ¿qué era el San Juan para su familia y para la población antes?
El San Juan era una referencia importante como un centro de atención que no tenía un costo, es decir, que era de alguna manera público sin ser público, ya que estaba bajo la tutela de la Beneficencia de Cundinamarca. Sin embargo, era un centro en donde uno se sentía acogido y tratado así tuviera o no recursos.
La UNAL se creó en 1867 como el proyecto de la universidad para la nación. ¿Por qué se decidió inmediatamente que estuviera asociada al Hospital San Juan de Dios?
Primero empieza con el nacimiento de una institución que es previa a la Universidad Nacional: la Universidad Central de la Gran Colombia, en el año 1826, como un proyecto del general Santander. Ahí ya se consideró que el Hospital debía estar por la importancia que tenía para la sociedad colombiana. Debía existir una escuela de medicina y un hospital que estuviera vinculado a esa escuela. Esa escuela fue cerrada en 1850 por decisión de los radicales liberales para defender la libertad de enseñanza. Pero cuando se vuelve a abrir la Universidad con el nombre de Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia (1867), se consideró que era fundamental desde luego tener la Escuela de Medicina y el hospital. Ahí ya adquiere toda esa personalidad como Hospital San Juan de Dios y Materno Infantil.
Para ese momento, el San Juan ya venía con una larga historia y era reconocido como 'el Hospital de caridad'. ¿Hay algo de esos valores del San Juan que fueron compartidos con los valores fundacionales de la Universidad Nacional?
Desde luego. No solo de valores sino de lo que ahora llamamos lo interdisciplinario. El primer rector en propiedad fue Manuel Ancizar. Él era un académico y científico con formación diversa, heterogénea y complementaria. Su libro Peregrinación de alpha trata de ese caminar por el territorio para conocer la geografía y la vida de la sociedad colombiana. Ya en ese momento él pensaba que la educación tenía que irrigarse por todo el país, llegar a todos los rincones y que debía ser una educación de calidad. Esa educación debía estar complementada y vinculada con formas de atención pública donde para él la salud era fundamental. Entonces tenía la misma proyección del Hospital. Tenían el mismo horizonte público. Pero el Hospital solo llegó a convertirse verdaderamente en público ahora porque durante muchos años estuvo bajo la guía de la Beneficencia de Cundinamarca. En ese momento ya había esa emoción de una universidad y un hospital que eran para la nación colombiana, para todos los habitantes de Colombia y que debía ser un referente de educación y salud para todo el país.
Más adelante, para mediados del siglo XX, el Hospital se convirtió en el centro que profesionalizó la formación médica de la Universidad Nacional. ¿Cómo se dio ese proceso?
En 1948 llega lo que se llamó la Misión Médica Unitaria, que era coordinada por un médico de la Universidad de Columbia en Nueva York llamado George Humphreys. Él tenía ya un proyecto de profesionalización de la medicina y de enseñanza de la medicina que fue conocido como el modelo estadounidense. Este seguía la formación propuesta por el médico Abraham Flexner, que había sido propuesta desde el año 1910. Este modelo se llamaba monoblock, porque giraba en torno a un solo bloque, a un bloque central. Fue desarrollado en la Universidad Nacional y se convirtió en un punto de referencia no solo para la profesionalización, sino también para el desarrollo de la investigación.
El modelo construido en la Torre Central se convirtió en ese punto de referencia…
Sí, y para algo más importante todavía, que era la vinculación de la atención de la prestación de los servicios de salud con la formación universitaria. Desde 1948 el Hospital se vuelve un centro de referencia para toda la formación en el área de la salud y en otras áreas conexas con la salud de Colombia hasta el punto de que –y esto con frecuencia no se sabe–, si bien el actual Hospital de la Universidad Nacional tiene 230 camas, el Hospital San Juan de Dios llegó a tener 1000 camas. Era realmente un centro de referencia gigantesco con atención para todos los servicios médicos. Era un centro de referencia, no solo para Colombia sino para América Latina.
Múnera tiene 42 años como docente en la Universidad Nacional, ha sido dos veces decano de la Facultad de Derecho y se ha desempeñado como Vicerrector de la sede en Bogotá. Cortesía Archivo personal
¿Cómo podemos explicar la importancia de la Torre como patrimonio cultural?
¡Es que todo es un patrimonio cultural! Cada edificio hace parte de un conjunto en sus relaciones internas. El San Juan es impresionante. Se tiene, por ejemplo, el Pabellón San Eduardo, que con frecuencia no se recuerda y está ligado históricamente con la Facultad de Odontología. Por eso, yo resalto que no se rescató sencillamente un hospital, sino que se rescató un patrimonio cultural para todo el país y el patrimonio cultural es lo que podríamos denominar una ciudadela hospitalaria y universitaria. Es todo ese conjunto: lo que hay, había y va a haber hacia el futuro en cada uno de los edificios es todo eso que constituye el patrimonio cultural. El edificio central es un punto de referencia, es el monobloque, el bloque unitario, pero lo importante es la relación dentro de la ciudadela, si se le permite llamarla de esa manera.
Quisiera recordar el episodio de la toma simbólica del hospital en 1975, esa exigencia de los estudiantes, internos y personas asociadas a la Universidad Nacional para salvar al Hospital. ¿Qué buscaban y por qué se convirtió en un momento significativo en el movimiento estudiantil de la Nacional?
Hubo dos crisis del San Juan, en 1975, y posteriormente en 1999. En los dos momentos de la crisis la reivindicación de los estudiantes, internos y profesores era la nacionalización del San Juan. Primero, porque las donaciones de la Beneficencia de Cundinamarca hacían que el Hospital viviera en una situación con dificultades financieras grandes. Posteriormente, con la Ley 100 de 1993, en la dependencia de los recursos de las aseguradoras creadas por la misma Ley, no le daba una suficiente autonomía y una garantía de estabilidad al San Juan. Entonces lo que se quería era volver público el hospital y que fuera atendido por el Estado. El Hospital había tenido un desarrollo muy importante a pesar de la precariedad financiera. Está, por ejemplo, [la invención de la técnica de] la bolsa de Borráez. También en el Materno Infantil está el proyecto de las madres canguro, que también fue importante. Entonces viendo la dimensión que tenían estos proyectos para el país, se quería que el hospital fuera asumido como un hospital público, estatal, un hospital de la Nación.
¿Y qué resultó de este esfuerzo?
Fueron intentos fallidos. Se hizo la propuesta de la nacionalización, pero no fue acogida por Andrés Pastrana, el presidente de entonces. Nunca fue acogida porque eso implicaba una gran inversión del Estado colombiano. La última vez se hizo una propuesta desde la rectoría para trabajar con el Arzobispado, pero fracasó. Realmente, lo que permitió el rescate del Hospital para el país y para la Universidad Nacional son las acciones de los trabajadores y trabajadoras. No tanto la acción de la Universidad. En el año 2002, lograron que el hospital y el Instituto Materno Infantil fueran declarados Patrimonio Cultural. Esa organización sumó egresados, estudiantes, internos, profesores, mediante una serie de acciones populares, y consiguieron que se destinara un recurso para su recuperación; ahí está el Ministerio de las Culturas, el Ministerio de Salud, pero están también los ministerios de salud y educación, la Gobernación de Cundinamarca y el Distrito.
¿Cómo intervino la Universidad Nacional en el Proyecto de Recuperación después de la declaración de Patrimonio en la Ley 735 del 2002?
Después ya tuvo apoyo político muy ligado con el actual presidente Gustavo Petro, que fue el alcalde que le puso todo el énfasis para adquirir los predios del San Juan en el 2014. No solo se adquirió el San Juan, sino que se contrató con la Universidad lo que ha sido llamado el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP), que es el que nos tiene en este momento en esa línea de recuperación del San Juan. Luego de la adquisición de los predios, Petro también decidió adquirir todo el conjunto arquitectónico y patrimonial y estamos en eso. Desde el 2022 se tiene ya el Proyecto de Recuperación, que se consolida con el decreto 1959 del 2023. Entonces ahí es la sumatoria de la tenacidad de los trabajadores, del apoyo político -en este caso del actual presidente de la República-, y también del proyecto académico y profesional de la Universidad Nacional. No es un simple esfuerzo de un actor o de un actor heroico, sino que es la confluencia de muchos esfuerzos. Desde luego, ya bajo el Gobierno se han unido los ministerios que están hoy en ese Comité Interministerial que implica el Proyecto.
Cuando fue designado como rector, usted habló del plan de la UNAL para contribuir en el proyecto actual. ¿Qué objetivos se definieron?
Lo primero es que definitivamente para la Universidad Nacional –que es la Universidad de la nación colombiana– el San Juan es un proyecto de país. Es un proyecto en el que está comprometida toda la universidad, no solo las facultades del área de la salud, no solo la Facultad de Medicina, aunque esta ha sido muy importante sobre todo en los últimos años con la decanatura del profesor Fernando Galván–. Pero al mismo tiempo que tiene la recuperación del San Juan y del Materno Infantil, la Universidad tiene el proyecto de la expansión en todo sentido del Hospital Universitario. Mientras el San Juan tiene garantizados unos recursos públicos, hay que buscarle otro tipo de recursos al Hospital Universitario. Estos pueden salir de una alianza público-privada que se está considerando. Puede ser también una inversión pública y destinar los dineros del San Juan también para la expansión del Hospital Universitario, pero también puede ser un préstamo soberano asumido por el Estado colombiano. Son dos megaproyectos. Entonces vamos paso a paso y eso tiene que ser un trabajo conjunto de la Rectoría de la Universidad con las decanaturas interesadas y con la comunidad universitaria.
Hace poco se dio una clase simbólica en el Hospital. ¿Se retomarán las clases de los estudiantes de la UNAL en el San Juan?
A medida que se vaya acondicionando, se irá habitando. Ya se hizo una clase simbólica que fue a la que yo asistí. Creo que ese ya es el comienzo. Me parece que, si seguimos en esta línea de trabajo, vamos a poder habilitar el San Juan, pero tiene que haber una continuidad y esa tiene que dársela la UNAL y las facultades vinculadas con el San Juan. Vuelvo a donde empezamos: lo bonito de la visita del San Juan de la vez que estuvimos en junio es que ahí había una confluencia entre profesores, profesoras, egresadas, estudiantes y la dirección de la Universidad en un proyecto que solo se puede realizar en colectivo.