El programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz conoció testimonios de un grupo de personas privadas de la libertad del Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Leticia, quienes recobran su esperanza de vida y de amor por sus raíces étnicas mediante las artes y las culturas.
Bogotá, 30 de noviembre de 2024.
“Va subiendo la corriente, con chinchorro y atarraya, la canoa de bahareque para llegar a la playa”. Esa estrofa de la composición del maestro José Barros “El pescador alegre”, que consolida una cumbia que en la voz de “Toto” La Momposina es parte del corazón del folclor colombiano, la interpreta Henry Gaudensio Méndez Solano, privado de la libertad del Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Leticia.
Henry ha sido parte de los talleres de formación artística del programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz, que hace presencia en 58 centros penitenciarios de todo el país, en una alianza con el Ministerio de Justicia y el INPEC, y que beneficia a 5 mil personas que están detrás de las rejas.
“En la cultura no hay límites, la cultura puede llegar a muchas partes donde la gente menos cree. La resocialización no solamente, como mucha gente cree, es una palabra. Si uno quiere verdaderamente la resocialización, uno debe buscarla desde uno mismo”, dice Henry.
La pasión de este privado de libertad, que hace parte de los más de 200 que conviven entre los muros del establecimiento penitenciario de Leticia, es el canto y, gracias a Sonidos para la Construcción de Paz, ha podido aprender lo que siempre quiso afuera: cantar con mayor técnica y mejores herramientas.
Sus clases son los miércoles y los jueves de ocho a once de la mañana, con la artista formadora Carolina Manchola, con quien ha trabajado, según afirma ella, “la parte de lecto escritura, figuras básicas de la música y de asociación con las palabras. También hicimos versos, poemas y tuvimos momentos de creación”.
Así como a Henry, a Omer Martínez, otro privado de libertad, la música ha sido y es una forma de vivir otra vida, “la música es otra realidad, le ayuda a unos a salir de los problemas”, afirma. Luego, asegura, espera salir para aprender a tocar guitarra, pues siempre ha sido un instrumento que le ha interesado.
Para la jefe de Atención y Tratamiento del INPEC y del Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Leticia, Adriana Prieto Arbeláez, espacios como los que abre Sonidos para la Construcción de Paz permiten que las personas privadas de la libertad tengan escenarios para avanzar cultural y socialmente en su proceso hacia una nueva concepción del valor de la libertad y del respeto por la vida.
“Con ellos arrancamos desde cero, no habían tenido acceso a formación musical. Y entonces, hicieron un ensamble, y les enseñé el sentido rítmico a través del cuerpo, conocieron el folclor colombiano, la cumbia, y también, el vals, y se iniciaron en técnica vocal, con ejercicios, y construyeron sonajeros con tapas de botellas”, afirma la artista formadora.
La indígena ticuna y mujer privada de la libertad Tulia Musumbite, quien se encuentran recluidas en este centro penitenciario junto con otras cinco mujeres, reconoce que lo que más disfruta es que, mediante el arte, se siente orgullosa de sus raíces ancestrales, sus tradiciones, sonidos y de la mística de la Amazonía.
De esta manera, así como en Leticia, el programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz está llevando oferta artística al interior de los muros que separan de la libertad a las personas que tienen una deuda con la sociedad, quienes encuentran en sus talentos y en su amor por la música alas de esperanza.
El programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz es la mayor apuesta cultural del Gobierno del Cambio.
Te invitamos a seguir el canal oficial del programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz. Entérate de cómo el Gobierno del Cambio transforma territorios a través de las artes y las culturas.