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28-08-2023

Bienvenido Brasil, país invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá 2024

Juan David Correa, Ministro de Cultura de Colombia
 
 
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 El ministro de Cultura, Juan David Correa, destacó la participación del país y hace un reconocimiento a la importancia de la participación de las editoriales independientes.

  • ​​El ministro de Cultura, Juan David Correa, destacó la participación del país y hace un reconocimiento a la importancia de la participación de las editoriales independientes.

Hace doce años llegué a trabajar como coordinador cultural a la Cámara Colombiana del Libro para apoyar la tarea de Diana Rey como directora de la Feria Internacional del Libro, y de Enrique González, como su presidente. Se me encargó la misión de hacer la programación cultural y el reto inmenso de acoger como invitado de honor a Brasil, uno de los países que más he amado y admirado por símbolos y sensibilidades que provienen de su música, literatura, deporte, arquitectura, diseño y arte, y que desconocía en sus dimensiones más profundas, culturales y ambientales, en las luchas de movimientos como los Sin Tierra, en el 0.8 por ciento de su población indígena como los Maxacali, Fulnio, los Baniwa, los Korubo o los Yanomami, en el movimiento abolicionista Frente Negro Brasileño y en las tensiones propias del colonialismo, la democracia, la dictadura o el neoliberalismo.

En ese momento, Brasil nos dio una lección al bautizar su memorable presencia con el título de “Brasil, Brasiles”, es decir, no la unicidad de un relato sino el de la multiplicidad de las lenguas, las sensibilidades y los saberes que lo habitan. Ese mensaje me persigue hasta hoy. Colombia recibirá, de nuevo, en 2024, a Brasil como invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Seguramente una vez más nos trazará horizontes y abrirá en nosotros la idea de que no se puede insistir en cerrarle el paso a cambios como los que propone nuestro gobierno como apoyar, de manera decidida, la edición nacional e internacional, los promotores de lectura, los libreros, diseñadores, correctores, editores, impresores, escritores, comunicadores, traductores y a esa singular cadena de cuidado que entraña la industria editorial.

Hace doce años muchos de ellos tradujeron con decisión a autores como Ana María Machado, Marina Colasanti, Nilma Lacerda, Bartolomeu Campos de Quirós, Rogerio Pereira, Roger Melo, Geraldino Brasil y Mariana Massarani, Nélida Piñón, Santiago Nazarian, Paulo Markun y Adriana Lunardi, y muchas de ellas, en Brasil, permitieron que escritoras y escritores colombianos se leyeran en portugués, como Yolanda Reyes, Humberto Ballesteros, Emma Reyes, Jairo Buitrago, Rafael Yockteng, Velia Vidal, Cristina Bendek, Alejandra Algorta, Iván Rickenman, PowerPaola, Fátima Vélez, Julio Paredes, Helena Iriarte, Pilar Quintana, Francisco Montaña y Margarita García Robayo.

El reconocimiento de la diversidad y de los derechos culturales de todas y todos es la única posibilidad que le queda a un planeta que tiene pocas esperanzas sino vence la idea de valores basados en el egoísmo y la exclusión. Hay que vencer la idea de un único crecimiento y pensar con generosidad de que si muchos crecen, en los términos de industrialización que ha planteado el gobierno, la sociedad saldrá fortalecida y tendrá más y mejores editoriales y oferta editorial.

Hace doce años aquella Cámara del Libro que organiza, desde 1987, junto a Corferias, la Feria Internacional del Libro de Bogotá, y a quien quiero agradecer a través de su presidente, Andrés López, era la única: hoy son dos. Por eso quisiera, a la par de saludar a Emiro Aristizábal, hoy presidente del lugar que me ofreció la posibilidad de aprender a programar con equilibrio una feria, de entrar en contacto con culturas tan poderosas como la brasileña, la portuguesa o la peruana, también a la Cámara Colombiana de la Edición Independiente, que al igual que todos los editores y editoriales colombianas, son bienvenidos a esta feria.

Quiero agradecer por todas estas razones al gobierno del excelentísimo señor Luiz Inácio Lula da Silva, a su ministra de cultura Margareth Menezes, y a todas las autoridades y editores que han aceptado esta invitación. Así mismo quiero destacar al embajador de Colombia en Brasil, Guillermo Rivera, quien fue comisionado a ese país por el gobierno del señor presidente Gustavo Petro. En un almuerzo informal de despedida le mencioné que el próximo año era el centenario de La Vorágine, y que, atendiendo el énfasis salvífico de este gobierno por defender la Amazonía de la depredación, ojalá invitara a la Feria a Brasil, mencionándole todos estos hechos que he narrado, y lanzándole la idea de acercar más y más dos países que se tocan y se sumergen el uno en el otro a través de sus ríos, sus ceibas y sus poderosos ecosistemas, que son nuestras vidas. 

Unos días después de su viaje, el embajador inició una tarea, con el beneplácito del señor canciller Álvaro Leyva, su vicecanciller Elizabeth Taylor  y el señor presidente de la república, Gustavo Petro. Seguramente son muchas las personas las que hicieron la poco frecuente y a veces imposible repetición de un sueño. Lo cierto es que cuando eso comenzó a suceder, recordé La Vorágine y pensé en proponer, como muchos otros ciudadanos, universidades y organizaciones, algunas de las acciones que, sumadas a las que ya se venían pensando desde el Instituto Caro y Cuervo, el Museo Nacional, y la Biblioteca Nacional, así como desde nuestra Dirección de Artes y el grupo de literatura, realizaremos desde el ministerio el próximo año tanto en la FILBO, como en la presencia internacional de país que será asumida por el ministerio y la Cancillería, y en la que serán invitadas, en igualdad de condiciones, las dos Cámaras, y las asociaciones de editores independientes de cualquier lugar de Colombia a ferias como las de La Habana, La Paz, Bolonia –en la cual seremos invitados de honor–, Fráncfort, o Guadalajara con La Vorágine como tema; una gran exposición en la feria bogotana que itinerará con programación continua por las bibliotecas del país; la declaración de reparar a las víctimas de la violencia en las comunidades indígenas, a quienes honraremos con uno de nuestros Pactos Culturales por la paz, una semana antes del inicio de la FILBo, en Mocoa, Putumayo; así como la creación de una biblioteca que llegará a todas las bibliotecas del país, conformada por diez títulos que rodeen semántica y sociológicamente al texto de Rivera, tratando de recuperar la selva simbólica de esa obra que debemos leer de nuevo con la emoción de dimensionar la profundidad y complejidad de Arturo Cova y un relato ha querido ser convertido en la obviedad de sus más llanas interpretaciones, examinándolo bajo la lógica de una aparente oposición entre civilización y barbarie. Como dice la doctora y crítica Erna von der Walde, “En La vorágine el mayor drama es el de la imposibilidad de despertar una conciencia sobre las atrocidades que se cometen en las caucherías. Es el drama de la ceguera oficial. Es el drama de la acumulación por desposesión. Es el drama del capitalismo caníbal en la frontera”

​Lejos de perdernos, nos encontramos y seguimos unidos.

Bem-vindos.

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