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13-11-2023

Los niños perdidos: una deuda que el Estado quiere saldar con Armero

Niños perdidos de Armero
 
 
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 Este será el inicio de un camino para que en 2025, se vean avances en varias de las deudas que el Estado colombiano tiene con los sobrevivientes de Armero y los familiares de las víctimas de la tragedia.

  • ​​Durante la tragedia de Armero, más de 500 niños salieron con vida, pero nunca fueron devueltos a sus madres, padres y familiares. 38 años después, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes estará presente en la firma de un pacto por la memoria histórica y por los niños perdidos del desaparecido municipio.​
  • Este será el inicio de un camino para que en 2025, cuando se conmemoran 40 años de la tragedia, se vean avances en varias de las deudas que el Estado colombiano tiene con los sobrevivientes de Armero y los familiares de las víctimas de la tragedia.​

Bogotá, 13 de noviembre de 2023 (@mincultura). Cuando empezó a temblar, la noche del 13 de noviembre de 1985, Gladys Primo salió corriendo de su casa, en Armero, Tolima, con su esposo, su hermano y sus dos hijos: Nubia Isabel Perdomo Primo, de 6 años, y Jesús Manuel Perdomo Primo, de 7. Vio como la tierra se abría justo antes de irse la luz y sintió venir la avalancha que los perseguía.

El Volcán Nevado del Ruiz había hecho erupción unas horas antes y el hielo derretido unido a las rocas y la lava bajó a toda velocidad por la montaña y llegó a los ríos, que se desbordaron y se convirtieron en una avalancha de lodo hirviendo que se dirigió contra el pueblo y sus habitantes, que a esa hora (10 de la noche) dormían en sus camas o veían un partido de fútbol.

Niños perdidos de Armero

"No alcanzamos a llegar a la calle 12, porque venía la avalancha, así que nos metimos a una casa de dos pisos -recuerda Gladys-. Mi esposo me cogió a mí, y mi hermano cogió a los dos niños de las manos”. Pero el lodo, más rápido, los empujó hacia abajo y los separó: ella terminó en un hueco con otras diez personas, su esposo murió y su hermano se golpeó la cabeza y quedó inconsciente.

A ella la salvaron días después, pero estaba tan mal que entró en coma. Su dolor más grande, sin embargo, comenzó cuando despertó y descubrió que sus hijos habían desaparecido.

Por años tuvo la sospecha de que seguían vivos porque en un centro del ICBF, en Bogotá, a su mamá -quien los estaba buscando con foto en mano desde el comienzo de la tragedia- le habían dicho que los dos niños de la foto habían salido hacía unas horas en un camión. Tuvo la certeza en 2012, cuando vio en un noticiero imágenes de archivo de la tragedia y reconoció a su hijo, sano y salvo, en manos de un socorrista.

Tragedia de Armero

Su historia no es la única. Durante la tragedia de Armero el lodo separó a muchos niños de sus mamás y sus familias, mientras que otras, en medio de la incertidumbre y el miedo, los entregaron a socorristas o personas que prometían llevarlos a un lugar seguro. No los volvieron a ver nunca, aunque algunas saben con seguridad que siguen vivos porque así los entregaron a las autoridades o porque los vieron por televisión. Denuncian que el ICBF dio a muchos en adopción sin verificar si sus familias estaban vivas o los entregó a quienes decían ser sus familiares sin un trabajo juicioso de verificación.

La Fundación Armando Armero, liderada por el periodista Francisco González, lleva más de 10 años trabajando por ayudar a esas madres a reencontrar a sus hijos biológicos y, según sus cuentas, son más de 500 los niños desaparecidos. De todo lo que ha recopilado, Francisco -quien empezó con este proyecto porque en los eventos de conmemoración de la tragedia de Armero las madres se le acercaban pidiéndole que les ayudara a buscar a sus hijos- ha encontrado de todo: desde mamás que sobrevivieron a la avalancha, pero entregaron sus hijos a los socorristas para que los llevaran a un hospital para una valoración y nunca los volvieron a ver, hasta las que los creyeron muertos hasta que vieron imágenes de televisión en las que los veían con vida.

La historia de Gladys Ramirez es aún más dolorosa: luego de perder a su hijo, Eduardo Cristancho Ramírez, de 11 meses en medio del lodo, lo reencontró días después en el aeropuerto de Bogotá. Iba saliendo con otra pareja, y ella lo reconoció de lejos. Incluso, cuenta, se acercó, le bajó la ropa y descubrió una marca que tenía de nacimiento. Pero sin documentos que acreditaran lo que decía, las autoridades no permitieron que cogiera al niño y la trataron casi como una loca. Ella, adolorida, lo vio partir y desde entonces no sabe de su paradero. “Es un dolor muy inmenso”, dice aún hoy, 38 años después.

A pesar del paso del tiempo, mamás como Gladys Primo y Gladys Ramírez aún sueñan con volver a ver a sus hijos, que ya deben ser adultos entre los 38 y los 45 años. La esperanza se fundamenta en el banco de muestras genéticas que le donó al proyecto el laboratorio del doctor genetista Juan José Yunis, quien ante el caso de una mamá que quería comprobar si un muchacho que venía de Europa era su hijo, se conmovió y decidió sumarse a la causa de forma gratuita.

Gracias a eso, hoy existe un banco de muestras de ADN de familiares, donde las personas que creen que pueden ser niños perdidos de Armero tienen la posibilidad de cotejar su propio ADN para saber si coincide con alguna de las madres, o padres, que buscan a sus hijos. Ese trabajo ya tuvo un buen resultado en 2016, cuando dos hermanas (una que había sido adoptada en España y otra que vivía en Colombia) se reencontraron.

Niños perdidos de Armero

También se habla del caso de Inés Arteaga, quien volvió a ver su sobrino 20 años después de la tragedia. En este caso fue porque él creció recordando que había salido con vida del lodo junto con su tía (la cual recordaba que se llamaba Inés) y un día decidió ir a buscarla.

El doctor Yunis, sin embargo, cree que para que más casos así aparezcan se necesita del apoyo del Estado. "Llega un punto en que esto a nosotros, como institución privada, se nos puede salir de las manos, porque se necesitaría una inversión grandísima para tomar muestras de, supongamos, cinco mil o diez mil personas de Armero". Él cree que la Fiscalía e, incluso, la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que actualmente trabaja buscando a desaparecidos por el conflicto armado, pueden hacer mucho.

Para Francisco y las mamás, sin embargo, gran parte de la respuesta está en el ICBF. Llevan años exigiendo a esa entidad que abra sus registros y diga quién adoptó a los niños. Hace unos años, supuestamente, entregaron un libro con fichas de la época, pero tenía tachones, enmendaduras, fotos y hojas arrancadas.​

La conmemoración de los 38 años: una oportunidad para saldar deudas

Este 13 de noviembre, en medio de la conmemoración por los 38 años de la tragedia de Armero, puede haber una nueva oportunidad de lograr ese objetivo. El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, el ICBF, el Ministerio de Salud y Protección Social y otras entidades, asistirán a Armero a reconocer los errores del Estado a la hora de manejar la tragedia y a comprometerse con cumplir varias de las promesas pendientes, como la aplicación de la Ley de Honores a Armero o una ayuda más eficaz en el tema de los niños.

El ministro de las Culturas, Juan David Correa, de hecho, se ha comprometido a que este sea el inicio de un camino que para 2025, cuando se conmemoran 40 años de la tragedia, tenga resultados visibles.

De hecho, este lunes tendrá una agenda completa por Armero. Primero, estará en el lanzamiento de la primera estación de la memoria, el piloto de lo que busca convertirse en una ruta de memoria que rescate la historia de los lugares emblemáticos del antiguo Armero, hoy en ruinas, y que busca convertirse en una opción de turismo y desarrollo económico para el municipio. Un proyecto que Armando Armero lleva trabajando por años y que apoya la Dirección de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento del Ministerio de las Culturas.

Luego, el Ministro Correa estará junto con otras autoridades en Guayabal, escuchando a la población. La idea es que aquí se logre lo que Francisco González llama un ‘Pato por la memoria histórica de Armero y por los niños pérdidos’. Allí, además de escuchar a líderes de organizaciones y asociaciones que trabajan por Armero, también podrá oír a madres como Gladys Primo.

Ya pasaron casi cuatro décadas, pero la esperanza por reencontrar a los niños perdidos de Armero sigue tan viva como hace 38 años.

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