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Revista Alternativa: el precio de la independencia

 La publicación fue una voz independiente que denunciaba abusos y daba voz a los marginados. Aunque enfrentó tensiones internas y precariedad económica, su legado perdura como símbolo de la lucha por la libertad de prensa y los derechos humanos en Colombia

17-02-2024
Alternativa
 
Las portadas de la revista siempre se caracterizaron por su irreverencia.

​​Por Jorge Cote *​

Hace 50 años, la edición del 18 de febrero de 1974 del periódico El Tiempo abría con una foto de la multitudinaria caminata organizada, un día antes, por Andrés Pastrana, hijo del entonces presidente Misael Pastrana. La marcha no era para expresar el disgusto en contra del gobierno, tenía otro propósito: recaudar fondos para financiar la construcción y rehabilitación de varios centros asistenciales del país.

Al lado derecho de la foto aparecía el artículo “‘Los bienes de la Iglesia no tendrán exenciones’: López”, que narraba las correrías por el país del candidato a la presidencia, por el Partido Liberal, Alfonso López Michelsen. La frase del entrecomillado fue pronunciada por el delfín en un mitin organizado en la plaza central de Barbosa, Santander, al que, según el periodista, asistieron miles de liberales.

Ambas noticias tuvieron un gran despliegue en las páginas interiores. Las narraciones de los periodistas, concentradas en admirar, por una parte, la solidaridad de los colombianos y, por el otro, la popularidad del candidato liberal, daban a entender o transmitían el mensaje de la vitalidad de la democracia colombiana. Imagen que poco concordaba con la realidad. 

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A tan solo seis meses de asumir la presidencia, Pastrana declaró “turbado el orden”, estableció el Estado de Sitio y gobernó bajo esta figura el resto de su mandato. No daban tregua las protestas sociales de asalariados, trabajadores y estudiantes, el carácter democrático del Frente Nacional estaba en entre dicho. 

La narrativa de entonces​​​

Desde 1971, ante el fracaso de la Reforma Agraria, los campesinos guiados por la filosofía de “La tierra pa´l que la trabaja” comenzaron a invadir las fincas y haciendas de grandes berretines. Y las guerrillas de las FARC, el ELN y M-19, recién creada, aprovecharon este malestar social y aumentaron sus militantes y expansión por el país. El Estado negaba el inconformismo social y los actores que se atrevían a cuestionar el orden político nacido del Frente Nacional eran señalados de terroristas o subversivos, que actuaban “bajo las órdenes del comunismo internacional”.

En la difusión de esta narrativa, la prensa, en manos de grandes grupos económicos o de poderosas familias políticas, jugó un importante papel. No había que cuestionar el régimen porque primero estaba la responsabilidad de preservar la democracia del país.

Así, explica Juan Serrano en su libro ‘Contra el poder’: la prensa “se había convertido en una especie de mástil del barco del establecimiento en cuyos hombros recaía la responsabilidad de preservar la estabilidad y evitar que el país perdiera su rumbo. En esas circunstancias, no era extraño que las personas terminarán siendo rehenes de los intereses superiores de la patria y sus periodistas muchas veces deberían doblar la rodilla por culpa de las llamadas y las presiones”.

Frente a ese consenso mediático de “hacerse pasito”, los opositores al régimen del Frente Nacional, congregados en una variopinta constelación de grupos de izquierda, crearon medios de comunicación alternativos que, pese a los esfuerzos, tuvieron poca vida o terminaron siendo presas del sectarismo político y se dedicaron más al adoctrinamiento. 

El TiempoLa primera página de El Tiempo el día que salió Alternativa, 18 de febrero de 1974.

Se necesitaba un nuevo periodismo que mostrara la realidad del país, denunciara los abusos del gobierno, explicara el inconformismo social y fuera un eje en el que se pudiera unir la izquierda.

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Precisamente, el mismo día que El Tiempo saludaba el patriotismo de los colombianos en la caminata y exaltaba las numerosas manifestaciones a favor del candidato López, circuló el primer ejemplar de la revista Alternativa, cuya portaba anunciaba una investigación sobre los vejámenes y violación a los derechos humanos sufridos por los campesinos del sur de Córdoba en manos de los contingentes militares contra guerrilleros.

El artículo señalaba con claridad que esa concordia democrática mostrada por El Tiempo no existía:

“López y Gómez se proclaman ambos como las palomas de la paz, ambos se consideran sus emisarios y ambos coinciden en afirmar que el principal mérito del Frente Nacional es el haber restablecido la paz en el campo colombiano. Pero mientras esta retórica pacifista brota de todos los discursos preelectorales amplias zonas del país se encuentran en estado de guerra (…) la prensa se ha encargado de informar sobre algunos aspectos de la ofensiva militar contra los movimientos guerrilleros. Ha divulgado ampliamente los boletines de las Fuerzas Armadas y ha desplegado con lujo de detalles la caída de diversos combatientes guerrilleros. Pero se ha cuidado de no dar a conocer la otra cara de la campaña antiguerrillera. Evita que la opinión pública sepa en qué consisten realmente estas ofensivas cómo afectan las regiones donde se desarrollan y cuáles son sus repercusiones concretas sobre la población campesina que las padece”.

Decomisada

Desde su primera edición, Alternativa, la cual congregó bajo un mismo techo a Gabriel García Márquez, a Enrique Santos, miembro de la familia propietaria de El Tiempo, y al combativo intelectual de izquierda Orlando Fals Borda, experimentó los embates del carácter antidemocrático del Frente Nacional, que estaba próximo a su disolución con el gobierno de Pastrana. 

En la introducción a una recopilación de textos de la revista, Enrique Santos rememora:

“Esa primera edición de Alternativa fue de 10.000 ejemplares y se agotó en menos de 48 horas a su exitoso bautizo contribuyó el decomiso de ejemplares que realizó la policía en varios puntos de venta de la capital. Un torpe acto autoritario que se volvió la mejor plataforma de lanzamiento. Pero a la vez explicable: la opinión no estaba acostumbrada y mucho menos el gobierno a una publicación de esta índole sobre temas que los medios evadían. Por eso la fuerza pública de un país que vivía en permanente estado de sitio reaccionó de manera tan automática como atolondrada ante una publicación de sospechoso empaque subversivo”.

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Del primer número también llamó la atención su sugerente lema “Atreverse a pensar es empezar a luchar”, que acompañó hasta su fin a la revista, en 1980. La frase encerraba toda una filosofía sobre el periodismo independiente. 

Filosofía que quedó plasmada en la primera página de la edición número uno: 

“La inaplazable necesidad de sacar adelante una publicación que reinterprete hoy críticamente esta realidad nacional tergiversada y suministrar material de análisis a las organizaciones populares y profesionales comprometidas con el cambio, nos ha llevado a crear esta revista, que aparecerá quincenalmente en todo el país (…) Alternativa busca contrarrestar la desinformación sistemática de los medios de comunicación del sistema y se ha comprometido a servirle en forma práctica política y pedagógica a todos los sectores de la izquierda colombiana”.

Revista AlternativaLa edición número uno de la revista

Sobre Alternativa hay mucho por decir: su innovación en la caricatura política y el diseño, la estrecha relación entre Enrique Santos Calderón y el fundador del M-19, Jaime Bateman; su sección satírica, Macondo; su compromiso con los derechos humanos y sus denuncias de casos de tortura; los textos de Gabriel García Márquez. 

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Por supuesto, también las tensiones internas en la revista y con los grupos de izquierda, que surgieron poco después de su lanzamiento debido a discrepancias con su línea editorial. Peleas que causaron la salida de Orlando Fals Borda, quien creó una Alternativa paralela con el lema “Atreverse a luchar es empezar a pensar”, también de José Vicente Kataraín y Cristina de La Torre, entre otros.

Los hostigamientos​

Pero la parábola de los 6 años de vida de Alternativa puede resumirse en esa inacabada lucha del periodismo por ser independiente y no dejarse silenciar. Por esa misión, los periodistas de la revista pagaron un alto precio. Investigar y denunciar los delitos ocurridos bajo un régimen, que decía ser democrático, enfureció a ciertos sectores del Estado que, a las buenas o a las malas, querían acallarlos. 

No faltaron las llamadas intimidatorias, los hostigamientos, los seguimientos, e incluso, los atentados violentos como el ocurrido el 11 de noviembre de 1975, cuando las instalaciones de la revista fueron atacadas con una bomba.

Alternativa también es un símbolo de la constante precariedad económica a la que se enfrenta el periodismo cuando quiere ser independiente y de las peleas internas, celos y demás sentimientos que se dan en cualquier sala de redacción.

O como dice en su artículo de despedida, Alternativa fue un “esfuerzo periodístico llenos de éxitos y de reveses (…) [que sufrió] atentados dinamiteros, bloqueos publicitarios, sabotajes en la distribución y el correo aéreo, divisiones internas producto de nuestra propia miopía. Pero también, sentimos la enorme satisfacción de haber contribuido, aunque fuera mínimamente, a crear una nueva conciencia en el país”.

*Periodista e historiador

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