- Este 20, 21 y 22 de octubre se presentará en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella la instalación sonora La casa del primer canto - Altar sónico a la coca, ganadora del Programa Nacional de Estímulos 2023 del Ministerio de las Culturas. ¿De qué se trata?
Por Lorena Machado Fiorillo
Bogotá, 20 de octubre de 2023 (@mincultura). En el centro de un círculo de personas sentadas en el suelo hay 15 plantas de coca en bolsitas de plástico negras. Algunas sobre el piso, otras encima de bancas de madera, esperando ser sembradas. Se escucha a Herney Ruiz, líder indígena campesino del corregimiento de Lerma en Bolívar, Cauca, decir que le dará tres soplos a una hoja de coca para “pedir, consentir, compartir y comunicar” la importancia de esta planta sagrada. “De la Pachamama, de nuestro padre Sol, de nuestra madre Luna, del viento, de nuestras semillas, para seguir custodiando nuestra hoja de coca, nuestras culturas y creencias, y la pervivencia en cada uno de nuestros territorios”, dice.
Indígenas sabedores del pueblo Muina-Murui, de la Amazonía colombiana, elevan el primer canto a la coca. Es el preámbulo al estreno de la instalación sonora La casa del primer canto - Altar sónico a la coca, del colectivo 4Direcciones, ganador del Programa Nacional de Estímulos 2023 del Ministerio de las Culturas, que se presentará el 20, 21 y 22 de octubre en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella. Su directora, la artista plástica Diana Rico, la ha definido como una ceremonia electrónica inmersiva.
Diana Rico —una cara familiar por haber dirigido y presentado el programa de televisión Cinearte— lleva 15 años estudiando la planta de coca, a través de los archivos sonoros y audiovisuales en Colombia. “La coca ha sido satanizada. A la gente le da miedo ver la mata misma, como si le fuera a hacer algo, como si fuera un tigre, un demonio, es muy fuerte esa campaña que nos metieron de La mata que mata. Que haya un mal uso de ella no tiene nada que ver con la planta. Yo conozco hace mucho tiempo la coca y la amo. Ella me acompaña, es una entidad con la que trabajo, es mi aliada. Por algo es la más sagrada de toda Sudamérica”.
Su premisa: cómo la herencia de las culturas amazónicas del centro y del Vaupés, de la Sierra Nevada de Santa Marta, de la cordillera de Los Andes se manifiestan en Bogotá, la ciudad donde creció. “Esto nace de una semilla —cuenta ella— y de crear cuál sería ese primer canto que nace en este nuevo tiempo. Todos los días nace el primer canto, también. Esta es una invocación para que lleguen los poderes de todas las direcciones y nos ilumine porque un altar es una posibilidad, un centro de estudio tradicional, donde la política, el arte, la psicología, la medicina, tienen un mismo lugar, donde no había separación”.
En el escenario experimental para las artes expandidas, la Sala Fanny Mickey, casi todo es oscuridad. “El búnker”, lo llama Diana. Es el día del ensayo general, la tarde previa al estreno. El movimiento de las cosas se interrumpe con acentos variados y los acentos se vuelven susurros para prestarle atención a una máscara de led que recién llega. El altar colaborativo, ya en construcción, mezcla la tecnología con lo ancestral: una capa de amplificación sonora sobre objetos y herramientas cotidianas “con las que trabajamos en el mundo material y que afectan nuestro mundo invisible, creando objetos que ponen a pensar y estimulan la imaginación”.
Esta puesta en escena a cargo del colectivo 4Direcciones —el de Diana—, la Alianza Coca para la Paz y la Escuela Agroambiental Arraigo de Lerma, Cauca, reúne archivos sonoros con el trabajo de varios artistas: la suiza Nora Renaud, el francés Alexandre Joly, los suizo-colombianos Daniel Zea y Lucía Moure, el colombiano Aimema Uai. También, el de los músicos colombianos Teto Ocampo y Miguel Navas, y el diseño y los carteles de la imprenta Relámpago.
“La coca teje, la coca une puentes. Antes no se podía, desde ninguna comunidad indígena campesina que mambeamos coca, estar en estos espacios de la capital. Aquí nos reencontramos con nosotros y con otras culturas, aprendemos unos de otros en el uso tradicional de nuestra hoja de coca. Quienes vengan acá podrán conocer realmente la planta desde lo sagrado, desde lo medicinal, desde ser alimento. Lo tan bondadosa y grande es la hoja de coca”, dice Herney.
El Altar sónico a la coca le da un lugar al arte como continuación de vida. Para Diana, quien además canta en ceremonias, “cuando llevas un canto llevas un tiempo y un territorio. El canto te puede permitir desarchivar cosas que te tienen mal o que no entiendes y te pueden liberar”. Un viaje sonoro de 52 minutos sobre el universo de la hoja de coca, que podría ser espiritual para quienes estén dispuestos a hacerlo.
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La casa del primer canto - Altar sónico a la coca, de entrada libre, se presentará en la Sala Fanny Mickey del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella:
20 octubre
7:30 p.m. MAMBE: Destapa la felicidad
21 octubre
3:00 p.m. JIBINA: Tenemos un sabor para ti
5:00 p.m. JIBIE: Es sentir de verdad
7:30 p.m. KAJI: La chispa de la vida
22 de octubre
11:00 a.m. HAYO: Toma lo bueno
3:00 p.m. FUHUZA: Siempre