Finalista
del Premio de Novela 2014 del Ministerio de Cultura, el escritor Tomás
González, conversa sobre la lectura y los libros como preámbulo a su
participación en la Feria Itinerante de Libreros Independientes que se
celebrará en Barranquilla.
Por
Juan Carlos Millán Guzmán
Grupo de Divulgación y Prensa /
Ministerio de Cultura
Conocido por su reticencia a la hora de conceder cualquier tipo de
entrevista, el público de la ciudad de Barranquilla contará con una
oportunidad excepcional para acceder al mundo del escritor antioqueño,
quien desde hace varios años ha decidido refugiarse en una pequeña finca
de Cundinamarca para concentrarse en la escritura y la lectura, cuya
pasión surgió de la mano de su madre y las frecuentes visitas a la
Biblioteca Pública de su natal Medellín.
Lugares y geografías que quizá explican el hecho de que hubiera
decidido definir Temporal, su más reciente novela, como una obra escrita
en una especie de verosímil tango caribeño: “Esta es una obra que tiene
un ritmo muy marcado por las horas, junto a esa atmósfera de oscuridad
que hay en los tangos, pero que ocurre en el Caribe”, destaca el
escritor, quien de haber tenido la posibilidad, quizá se hubiera
dedicado a interpretar la guitarra o el piano, pero quien decidió jugar
su vida por las letras.
“Cada vez que escribía y algo no salía bien y fracasaba –y a lo
largo de mi vida he tenido muchos fracasos-, trataba de dejarlo y o
volver a escribir, pero como nunca pude decidí que eso era lo que iba a
hacer sin pensar en nada más: si me iba bien, muy bien, si no, también.
Así fue como decidí dedicarme exclusivamente a escribir”, afirma con la
misma convicción sobre el oficio que lo acompaña desde entonces.
Enmarcada dentro del Plan Nacional de Lectura y Escritura Leer es
mi Cuento, las Ferias Itinerantes de Libreros Independientes buscan
llevar a distintas ciudades del país lo mejor de la oferta editorial que
puede adquirirse en una ciudad como Bogotá, además de ofrecer una
variada actividad cultural con destino al público infantil, juvenil y
adulto liderada por el Área de Literatura y libro, así como por el
Programa de Primera Infancia del Ministerio de Cultura, en procura de
incrementar el acceso a los libros, así como los estándares de lectura
entre los colombianos.
A la fecha, ferias de similares características han tenido lugar en
ciudades como Ibagué (Tolima), Villavicencio (Meta) y Popayán (Cauca),
mientras que Riohacha (La Guajira) y Florencia (Caquetá) permanecen a la
espera de tener acceso a los libros que ofrecen las librerías
independientes de mayor prestigio
''Que una ciudad con la tradición cultural de Barranquilla carezca
de una librería de este tipo resulta inconcebible, de manera que poder
estar allá (o en Villavicencio, o en Florencia, o en Popayán, etcétera)
resulta de capital importancia por la necesidad manifiesta de esos
miles de buenos lectores que sin lugar a dudas están ahí, pero que de
alguna manera viven una gran frustración debido a la pobreza o muy
graves limitaciones de la actual oferta editorial'', destaca David Roa,
coordinador cultural de la Ferias.
La escritura
¿Cómo nació su interés por la lectura?
Recuerdo haber comenzado a leer desde muy niño, porque mamá era muy
lectora y como quería que yo adquiriera ese habito lo más pronto
posible, siendo un niño de 10 o 12 años me llevó a la Biblioteca Publica
Piloto de Medellín, me secó el primer carné y me ayudó a escoger
algunos de los primeros libros que saqué en préstamo. Además, yo nací en
una familia de lectores –éramos 8 hermanos-, y en mi casa había muchos
libros, de manera que el ambiente que se respiraba en casa era el de la
lectura.
¿Qué recuerda de esa primera biblioteca suya?
Mi mamá comenzó a regalarme libros de aventuras de Verne, Salgari y
Dickens, que yo comencé a coleccionar de manera particular, porque cada
uno de nosotros teníamos nuestra propia biblioteca. La verdad es que
conté con una guía maravillosa que supo introducirme al mundo de
autores como Julio Verne y Tomás Carrasquilla, de cuyas obras tengo
recuerdos maravillosos y que incluso he vuelto a leer recientemente.
¿Y de la Biblioteca Pública?
Para mí continúa siendo un recuerdo muy vívido esa experiencia de
frecuentar la Biblioteca Pública Piloto: esas pequeñas sillas y esos
libros que estaban dispuestos de tal manera que uno pudiera tomar el que
quisiera. Esas visitas eran motivo de gran felicidad, tener mi propio
carné, ¡Todo eso fue una maravilla! Recuerdo que con mamá recorríamos
las estanterías y mi mamá me decía que agarrara el libro que quisiera.
¿Leía en compañía de su madre?
Los dos leíamos estas primeras obras, aunque cada cual lo hacía por
su cuenta, y después nos sentábamos a comentarlas, generalmente a la
hora del almuerzo en la que todos solíamos reunirnos en el comedor
familiar. Hablar sobre las lecturas que cada uno de nosotros hacíamos
era un tema frecuente.
Llega la adolescencia y un cambio en los gustos literarios, ¿qué recuerda de ese momento?
Fue una experiencia muy variada, porque como en la casa todo el
mundo estaba con su tema, recuerdo mucho que papá y mis hermanos se
entusiasmaron con Dostoievski y la literatura rusa, de manera que hubo
toda una serie de lecturas de esos autores; fue como una fiebre, porque
uno veía a todo el mundo con un libro de Tolstoi o de Gogol en la mano
por toda la casa, cada uno sabía lo que estaba leyendo el otro y todos
estábamos muy entusiasmados.
¿Cuál fue la obra que más llamó su atención de ese periodo?
Crimen y castigo, aunque la verdad es que toda la obra de
Dostoievski es muy impactante. El idiota recuerdo que también nos gustó
mucho.
¿De dónde sacaba tiempo para leer todos estos libros?
Yo creo que la verdad leía muy poco los libros del colegio, y
entonces las notas no eran muy buenas; me iba muy bien con Dostoievski
pero muy mal en matemáticas. Cada vez que me encarretaba con un libro su
lectura terminaba robándole tiempo a todo porque si se trataba de algo
muy bueno incluso hasta dejaba de ir a jugar fútbol con un equipo que
habíamos conformado con mis amigos.
¿Llegaron algunos de sus amigos a caer bajo ese mismo embrujo de la lectura?
No creo que hubiera habido buenos lectores entre mis amigos más
cercanos porque tenían otros gustos, muchos de ellos prefirieron la
música y entre los lectores creo haber sido el más entusiasta.
¿Qué vino luego de esa auténtica fiebre por los escritores rusos?
Después vinieron todos los autores del Boom: yo tenía tal vez 18
cuando se publicó la primera edición de Cien años de soledad, de manera
que en la casa todos nos dedicamos a leer a Juan Rulfo, Julio Cortázar,
Vargas Llosa, Carlos Fuentes, José Donoso y los demás. Fue como abrir
otro baúl lleno de tesoros, porque de alguna manera ahí estaba también
Borges. ¡Todo eso reunido en una oleada que fue también maravillosa!
¿Cuál de todos estos autores logró llamar más su atención?
Siempre he dicho que Rulfo, pero si me pongo a recordar Borges tal
vez –no sé si pueda considerársele como un escritor del Boom, imagino
que sí- me impresionó muchísimo; y afectivamente Cortázar lograba tener
un gran impacto entre la gente joven, que creo perdura incluso hoy en
día, gracias a ese sentido libertario que se percibe en su obra. Aunque
Juan Rulfo y García Márquez son en todo caso grandes artistas.
¿En qué momento decide ser escritor?
Creo que fue una decisión que se dio sola, o que en otras palabras
no recuerdo haber pensado como un proyecto, porque cuando menos pensé
estaba escribiendo gracias a ese ambiente de libros que había en casa
sobre el que hablé al principio, así como al hecho de que en mi familia
ya había habido otros escritores era una posibilidad viable para
cualquiera que quisiera recorrer ese camino.
¿Algún autor que hubiera resultado determinante en ese momento de su vida?
Entre los que más me impresionaron durante ese periodo está William
Faulkner, porque fue tal vez el que más leí, tanto en traducciones como
a través de otros escritores que tuvieron una fuerte influencia de su
obra: Rulfo, García Márquez y muchos otros escritores latinoamericanos.
Sin duda alguna se trató de un autor que llegó a tener un papel muy
importante en toda la esfera latinoamericana debido a que el sur de los
Estados Unidos tenía una manera de palpitar muy parecida a nuestra
propia parte rural de Latinoamérica y Brasil.
¿Existió algún otro referente en su labor creativa aparte del exclusivamente literario?
Imagino que el cine, la música, y el arte, porque aunque solía ver
bastantes películas –ahora cada vez menos- también me gustaba mucho oír
todo tipo de música, así como dedicar mi tiempo a contemplar todo tipo
de obras artísticas así fuera en reproducciones.
No fue una relación sistemática y la verdad es que nunca me he
puesto a pensar sobre la relación de esas otras obras de arte con mi
propio trabajo, pero sin duda alguna debe ser inevitable.
¿Escucha música mientras escribe?
De un tiempo para acá oigo música prácticamente a lo largo de todo
el día: desde Bach, Rameau y otros compositores barrocos, hasta Pedro
Vargas. Todo depende de cómo vaya el día y cuyo repertorio resulta de
especial importancia a la hora de escribir porque muchas veces terminan
dándome una noción de la musicalidad que me gustaría lograr respecto a
una composición y sonido inspirados en el ritmo y la belleza de estas
composiciones, que para el caso de la música popular logra mostrar todo
un conjunto de sentimientos a flor de piel, que también me gustaría ver
reflejados en mi propia obra.
Lectura en voz alta
¿Leyó con su hijo?
Bueno, eso no fue tan fácil porque estábamos en Estados Unidos, y
como Lucas leía en inglés –idioma que yo no dominaba en ese momento-,
entonces el intercambio que hacíamos era más de autores. Recuerdo por
ejemplo Rebelión en la granja de George Orwell, así como otros libros
que solíamos comentar porque yo ya los conocía y él –debía contar unos
10 o 12 años- debía leerlos para el colegio. Cuando él era más pequeño
esos primeros libros los leía más bien con Dora o sus otras tías,
mientras que conmigo se dedicaba a jugar fútbol y cosas por el estilo.
¿Cuál diría usted que es la importancia de esas primeras lecturas?
Yo creo que es bien importante, porque muchas veces los niños no
cuentan con la paciencia que se requiere para leer y descifrar los
garabatos que hay en un libro; acción en la que el papel de los adultos
resulta fundamental para tender este tipo de puentes gracias a la
lectura en voz alta.
¿En qué radica el hecho de que usualmente sea la mamá quien
tenga a su cargo ese papel iniciático en inculcar el amor por la
lectura?
Creo que la lectura es también una acción de nutrición, y ellas lo
hacen de manera mucho más espontánea y eficaz que los hombres, porque
nosotros solemos ser muy torpes para este tipo de labores. No sé.
Después de tantos años, ¿habría preferido jugar menos fútbol para dedicarle más tiempo a la lectura?
Yo creo que él también prefería que la mamá le leyera, en la medida
que hacía parte de su relación afectiva. De mí esperaba que jugara
fútbol.