Por Melissa Betancour León
Cuando, en el 2009, Selva fue fundada por un grupo de cinco biólogos, el objetivo era claro: buscaban apoyar la conservación del neotrópico por medio de una base científica que permitiera tener una visión mucho más rigurosa sobre el estudio del entorno natural. Desde aquel entonces, el propósito del grupo ha sido asegurar la permanencia del ecosistema a través de su conocimiento y de su narración mediante su estudio académico. En su momento, no existía una organización que, a partir de la investigación de ecosistemas, abriera la conversación acerca de qué era necesario para garantizar su protección.
El Ministerio de Culturas, las Artes y los Saberes habló con Camila Gómez, directora de Educación y Entrenamiento, y Nicholas Bayly, director de Ecología de la Migración, dos de los cofundadores de Selva, a propósito de su labor investigativa.
Minculturas: ¿Cuál es la importancia de hacer investigación medioambiental en Colombia?
Camila Gómez (CG): Sin el conocimiento clave que produce la investigación científica, no podríamos tomar decisiones informadas en términos de conservación de especies, de ecosistemas y de nuestros efectos para la naturaleza. Sin la investigación, estamos especulando.
Nicholas Bayly (NB): Para mí, hay una frase que resume la importancia clave que tiene la investigación: uno no protege lo que uno no conoce. Entonces, en el caso especial de Colombia, todavía nuestros conocimientos son muy básicos en cuanto a muchas cosas. Todavía estamos reconociendo especies y su importancia en los ecosistemas. Sin esa información, no podemos hacer nada.
Minculturas: ¿Cuáles fueron los primeros proyectos que realizó Selva?
NB: El primero fue un proyecto llamado Cruzando el Caribe. Antes formar la organización, Camila y yo conseguimos fondos para realizar un estudio sobre aves migratorias. Lo que aprendimos en ese primer proyecto, que fue en Belice, fue que muchas especies que llegan a Suramérica y a Colombia no necesariamente están utilizando Centroamérica durante sus migraciones. Pensábamos que era una parada obligatoria para las aves, para recargar energía. Lo que encontramos fue lo opuesto. Ese fue el punto de partida para Cruzando el Caribe. Muchas de ellas pasaban derecho o llegaban ya con reservas energéticas que les permitía migrar. Entonces pensamos que debía haber en algún lugar de la costa Caribe colombiana que las aves estuvieran usando para conseguir la energía que necesitaban para llegar a Norteamérica. Hasta ese momento no había antecedentes de eso; era una idea nueva que no estaba en la literatura científica. Esto implicaba que el norte de Colombia tiene un rol importante en la migración y, por ende, en la conservación de especies. Pudimos, a partir de ahí, entender qué tipo de reservas tenían las aves, el rol del Caribe colombiano en su migración, y qué tan lejos pueden llegar gracias a estas reservas. Fue uno de los proyectos más largos de la organización. Duró casi seis años en el que realizamos distintas investigaciones vinculadas con este proyecto.
Minculturas: ¿Cómo es el proceso de financiación de Selva?
CG: Esa es una de las particularidades de trabajar en una entidad sin ánimo de lucro. Estamos buscando convocatorias todo el tiempo. Algunos de nuestros programas más longevos los hemos logrado mantener de la mano de donadores como el Gobierno de Canadá, el Ministerio de Ambiente de Canadá e instituciones como el Instituto Smithsonian. Eso significa que muchas de las líneas de financiación de proyectos a largo plazo continúan moviéndose sin necesidad de tener que aplicar a nuevas convocatorias.
NB: Esto marca una diferencia muy grande entre nosotros y las instituciones académicas. Para mantener las posiciones en el grupo, dependemos al 100% de los proyectos que podamos gestionar. Ese es el gran reto para tener continuidad.
Minculturas: De acuerdo con su experiencia investigativa, ¿cómo creen que es posible equilibrar la protección de la biodiversidad con el desarrollo sostenible?
CG: Yo creo que es muy posible, y, de hecho, una gran línea de investigación que tenemos actualmente se centra en el paisaje sostenible y en cómo mejorar o promover las prácticas que son productivas y que, además, son buenas para la biodiversidad y para las personas que dependen de un sistema productivo también. En muchos casos depende de cambios culturales pequeños o de prácticas que hacen una gran diferencia en términos de la productividad y de la biodiversidad. A veces, para proteger el neotrópico tenemos en contra los grandes movimientos económicos que promueven cambios gigantes en términos de productividad. Como ejemplo, se puede plantear el cambio de una forma de producción hacia su masificación. Este es el caso del arroz, el maíz, e incluso el café. Son procesos que transforman grandes áreas en términos de productividad o desarrollo. Todo aquello se puede lograr de una forma sostenible si se tiene en cuenta la biodiversidad desde el inicio. Es muy factible transformar sistemas para que sean mejores para la biodiversidad y para mitigar los efectos negativos que tienen las grandes producciones sobre esta.
NB: Es también fundamental que reconozcamos que la biodiversidad de los bosques es uno de los motores económicos. Y ahí es donde yo veo que la investigación tiene un papel muy fuerte para poder mostrar de una forma cuantitativa sus los efectos que hay en la biodiversidad por parte del desarrollo. Es imprescindible luego trasmitir esa información a las personas que están tomando decisiones sobre cómo manejan su finca, sobre cómo manejan un terreno. Este paso es clave para que estén informados y entiendan que, cuidar elementos de la biodiversidad en su propiedad, puede favorecerles a ellos mismos a largo plazo.
Minculturas: Estamos a puertas de que inicie la COP16, ¿cuál es la importancia de la participación ciudadana en espacios de diálogo sobre la biodiversidad?
NB: Uno de los mecanismos más potentes para visibilizar la importancia de la biodiversidad y ponerla en la agenda política. Es algo relativamente reciente que la biodiversidad tenga tanta visibilidad; aún falta mucho para que los mensajes clave lleguen a las sociedades y estas empiecen a integrarlos en su cotidianidad. Siento que muchos biólogos y gestores lo tenemos muy claro: conservar la biodiversidad es una de las formas de garantizar la supervivencia de la humanidad a largo plazo. Es algo fundamental para nuestro futuro. Sin embargo, aún hay grandes sectores de la industria en Colombia y en otros países que no reconocen que la biodiversidad es primordial para nosotros. Por eso, considero que estos espacios son fundamentales para seguir promoviendo ese mensaje y buscando mecanismos que permitan garantizar la conservación de la biodiversidad sin impactar negativamente la economía de los países. Ya hay suficiente conocimiento científico y estudios que demuestran de forma muy clara que una sociedad con igualdad, que es sostenible y resiliente, depende de la conservación de la biodiversidad.
Minculturas: ¿Qué impacto les gustaría que tuviese Selva, no solo a nivel investigativo sino también a nivel de difusión de la información y de acceso a temas de investigación en biología?
NB: Creo que queremos que nuestra línea de difusión se vuelva mucho más potente y grande. Ahora tenemos diferentes mecanismos para lograr que la información llegue al público en general, o que llegue a una audiencia específica. Yo creo que todos soñamos con la idea de que realmente el mensaje que va saliendo se vuelva un mensaje común y extendido. Un mensaje que se vuelva parte de la cultura tanto en Colombia como en varios países en el neotrópico. También esperemos que esa información se traduzca en acciones directas términos de crear áreas protegidas, de llamar a proyectos de conservación ecológica, de reforestación. Buscamos sentir que lo que hacemos sí tiene un efecto en el mundo real; esa es la parte más difícil, pero que puede generar mayor satisfacción al final del día.