“Descubrir el pasado y los orígenes de la familia de mi madre en La Guajira fue la motivación inicial para viajar a esa región. Cuando conocí a Georgina, era una mujer incomprendida y sensible que vivía al margen de su propia comunidad. Su supervivencia es una ruptura, al igual que la solidaridad. Su ternura y belleza contrastante con esta zona desértica de Colombia crearon una realidad inspiradora que guio mi camino y rompió el silencio contando una historia que se supone no debía ser contada”.
Así define Mónica Taboada-Tapia su película Alma del desierto, un documental producido por Beto Rosero de Guerrero Films, que se estrena mundialmente en el Giornate degli Autori, sección independiente del Festival Internacional de Cine de Venecia, Italia.
Alma del desierto sigue a Georgina, una mujer trans de avanzada edad que cruza el desierto de La Guajira para obtener lo que ha deseado durante casi medio siglo: un documento que le otorgue el derecho a ser la persona que siempre ha sentido que es.
¿Quién es Georgina y cómo llego a ser la protagonista de 'Alma del desierto'?
Georgina es una persona muy conocida en La Guajira, a muchas personas les parecía curioso que fuera una persona trans de una comunidad indígena y habían hecho artículos sobre ella. Vi una publicación y me llamó la atención, me conmovió muchísimo. En ese momento, el equipo de producción contactó a alguien muy cercano a ella y conseguimos la autorización para grabarla, recuerdo que nos pidieron tener mucha consideración porque en ocasiones anteriores había dado su testimonio y sentía que no le habían ayudado lo suficiente en medio de la condición vulnerable en la que se encontraba.
¿En ese momento se comenzó a grabar la película?
En ese momento fuimos a La Guajira para grabarla, eso fue en el 2016, pero sin saber que íbamos a hacer una película, simplemente era un trabajo de investigación. Posteriormente, en el 2017, me di cuenta de que podíamos hacer una película de ella, que era una historia única y que merecía ser contada con la crudeza y con el amor que ella enfrenta a diario en su vida. Así surgió Alma del desierto, un documental que terminamos de grabar en marzo 2022.
¿Qué nos puede contar del proceso de rodaje?
Pasaron muchas personas a lo largo de todos esos años, incluso nos tocó una pandemia. Fue un proceso lleno de muchas aventuras, enseñanzas y aprendizajes. Hubo momentos en los que no entendíamos porqué los procesos legales se demoraban; fueron “momentos de película”, por decirlo de alguna manera. También se presentaron situaciones duras que me imagino que con el tiempo pasarán a ser anécdotas, pero que en su momento fueron claves y marcaron momentos decisivos en los que nuestra vida dio un giro tremendo por la dureza de lo que vimos, de lo que nos enteramos.
Desde su punto de vista, ¿cómo fue la experiencia para Georgina?
Con Georgina hay una buena relación. Ella desde el principio fue una persona muy amorosa y hospitalaria. Siempre estuvo feliz de que la grabáramos. Ella es una persona solitaria entonces sentirse rodeada de un equipo de rodaje, con un montón de gente, con tanta tensión, como en otras circunstancias diferentes a las de su vida diaria, seguramente fue algo muy atractivo, pero en algún momento este proceso tenía que terminar porque la historia estaba completa. Estoy agradecida con ella por haber abierto su corazón y por creer que éramos las personas adecuadas para contar la historia.
Ahora que la película está finalizada, ¿qué viene?
Tendremos un estreno en salas de Colombia y queremos que esta película genere conversaciones importantes y ayude a que las realidades de muchas personas cambien para bien. Esperamos que la película genere una mayor atención a esa situación de vulnerabilidad que está pasando una cantidad de personas y que se conozca esa realidad colombiana de derechos civiles, esperanza, procesos colectivos y apoyo de las comunidades. Buscamos que Alma del desierto sea la voz de muchas personas que ni siquiera tienen un documento de identidad que las reconozca como ciudadanas, lo que la película muestra. Un problema bastante grande y que en pleno siglo XXI no debería estar pasando.
Mónica Taboada-Tapia, directora de Alma del desierto.
Pero tendrán también un estreno internacional…
Sí. Aplicamos al Festival Internacional de Cine de Venecia, nos preseleccionaron y tuvimos que esperar la noticia de la selección oficial un mes. Fue bastante duro porque queríamos quedar en Giornate degli Autori, que es una selección independiente del festival. Recibimos la noticia antes del BAM y teníamos que guardar el secreto hasta que se publicara oficialmente. Hay otros festivales en los que también se va a presentar la película fuera del país, estamos en eso.
¿Cuáles son sus expectativas después de Italia?
Son varias las expectativas. Una es de reconocimiento en términos profesionales a nivel individual y colectivo, como equipo, porque la película contó con un talento de muchas personas, sobre todo personas de Santa Marta, Barranquilla, Boyacá, La Guajira y Cartagena, principalmente, entonces es la validación de su trabajo.
¿Cómo cree que este estreno internacional aporta a la película y al cine colombiano en general?
Nos permite tener la certeza de que se pueden hacer cosas desde otras regiones del país e ir a festivales tipo internacionales, Alma del desierto es un caso más que lo confirma. A nivel internacional esto abre la oportunidad para otros espacios, otros géneros, otro tipo de trabajos y alianzas. En mi caso, como también quiero hacer ficción, creo que es una puerta importante, una oportunidad para otros documentales que tratan diferentes realidades de varios lugares de Colombia.
Además, usted es la primera directora colombiana en participar con un largometraje en este importante festival, ¿qué representa eso?
Me parece circunstancial. Creo que va a ser cada día más común que las mujeres estén en festivales del mundo porque hay muchos talentos haciendo cosas maravillosas alrededor del mundo. Me sorprende también ser la primera porque llevo mucho tiempo trabajando en esto. También me hace pensar que hay dinámicas sociales que podrían mejorar para que las mujeres tengamos más oportunidades; eso es algo que está cambiando a un ritmo muy rápido y creo que Colombia va a estar cada vez más presente en los festivales de todo el mundo, con obras maravillosas de mujeres increíbles que están trabajando acá en el país.