Por José Vicente Guzmán e Ivonne Chávez
Los habitantes de los barrios 2 de mayo y Reposo en Quibdó convivieron, durante años, con una quebrada llena de basura, que transportaba plásticos, botellas, tarros, colchones y un montón de residuos y de objetos inutilizados hasta el río Atrato. Un espacio que no solo era un foco de enfermedades para la comunidad, sino que hacía aún más difícil la situación de seguridad en esta zona, una de las más estigmatizadas de la capital del Chocó.
Ambos barrios, habitados en su mayoría por familias desplazadas por el conflicto armado -el 2 de mayo, de hecho, recibe su nombre por la famosa masacre de Bojayá ocurrida en 2002-, han sido escenario de enfrentamientos entre grupos armados, reclutamiento forzado, y muchas formas de violencias cotidianas en donde niñas, niños y jóvenes son las principales víctimas.
Por eso, para muchos en Quibdó se trata de un suburbio, uno de esos lugares que recomiendan evitar a los visitantes y turistas. Y la quebrada Casimiro llena de basura no hacía más que reconfirmar esa impresión.
Las cosas, sin embargo, están cambiando desde hace varios meses y hoy la quebrada empieza a recuperarse.
Todo comenzó a finales de 2023, cuando varios jóvenes, habitantes de ambos barrios, que hacían parte del proceso de la Paz Total, le pidieron al ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, Juan David Correa -quien visitaba Quibdó-, apoyo para sacar adelante sus procesos artísticos y culturales.
De esa petición nació la Ruta de los Cuidados, un proyecto creado por la misma comunidad (aunque con el apoyo del ministerio), que busca impulsar la memoria, la formación artística, el turismo biocultural y las economías populares en ambos barrios, a partir del reconocimiento de los patrimonios y las expresiones artísticas que conectan a la población con el Río Atrato y el municipio de Bojayá.
Dentro de todos los proyectos que maneja la Ruta, hay uno en especial que empezó a trabajar por el medio ambiente (lo llaman el comité ambiental) y que escogió, como su primer gran objetivo, limpiar, resignificar y proteger la quebrada Casimiro.
Liderados por Andrés Felipe Mena Chaverra, un educador local con un historial de trabajo en fundaciones comunitarias, al que le dicen el profe, estos jóvenes se han unido para hacer realidad algo que parecía imposible. "Sacamos tres volquetas de basura", comenta un miembro del equipo de limpieza, cuando recuerda la primera acción comunitaria por limpiar la quebrada.
Ahora, junto al ministerio, se centran en la gran meta a largo plazo: convertir al 2 de mayo y al Reposo en territorios de vida. Foto: Ivonne Chávez.
El primer objetivo, según cuenta Andrés, es recuperar lo que antes era una quebrada limpia y cristalina, a la que los habitantes de la ciudad iban a bañarse y a pasar ratos de esparcimiento. Pero van mucho más allá: quieren crear un impacto duradero en ambos barrios a través de la concientización ambiental. Kelly Dajhanna Murillo Mosquera, una de las integrantes, lo explica así: “nos dimos cuenta de que trabajar individualmente no era suficiente. Necesitábamos unirnos y trabajar en equipo para lograr un impacto significativo”.
De hecho, ellos consideran que Casimiro se puede convertir en un símbolo de transformación y de cuidado, en un poderoso escenario biocultural, que permitirá a los jóvenes cosechar los frutos desde el reconocimiento de los oficios y los saberes ancestrales, otros componentes que hacen parte de la Ruta de los Cuidados.
Hasta el momento, los jóvenes han logrado no solo mejorar la limpieza de la quebrada, sino también fortalecer los lazos dentro de la comunidad y fomentar una mayor cooperación entre jóvenes, adultos y personas de la tercera edad. Lo han hecho a través de campañas de sensibilización, perifoneo, siembras colectivas de árboles y charlas educativas, en las informan a la comunidad sobre cómo manejar los residuos, los beneficios que trae el cuidado del medio ambiente y la responsabilidad que tienen como sociedad.
“Muchos de nuestros residentes no están bien informados sobre cómo tratar los residuos sólidos. Así que necesitamos hacer un esfuerzo constante para educar y concientizar”, afirma Ciri Elena Palacios, otra de las integrantes del grupo.
A pesar de la resistencia inicial y la tendencia a seguir contaminando, ya se ha visto una mejora visible en la limpieza de la quebrada, así como una participación creciente en las actividades. “Hemos visto, además, que el compromiso con el medio ambiente ha permitido a muchos jóvenes alejarse de caminos negativos”, reconoce Ciri.
Parece poco, pero es un gran primer paso. Ahora, junto al ministerio, se centran en la gran meta a largo plazo: convertir al 2 de mayo y al Reposo en territorios de vida, en donde las personas, y los más jóvenes, encuentren una oportunidad en sus artes, oficios y saberes ancestrales: la medicina tradicional, los rituales de vida y muerte, la siembra y las recetas gastronómicas de sus ancestros. Un lugar que se convierta en un ejemplo de que sí es posible soñar con nuevos horizontes y posibilidades.
Andrés, Ciri y Kelly lo saben, y por eso, mientras caminan hacia la quebrada por la que hoy luchan, con unas camisas blancas que tienen escrito SALVEMOS A CASIMIRO en verde fluorescente, se ríen con la satisfacción de hacer todo lo posible por lograr un mejor futuro para su comunidad.