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María Elvira Escallón: “Tengo la confianza de que el San Juan está despertando”

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Un mensaje anónimo llevó a la artista María Elvira Escallón hasta el Hospital San Juan de Dios. De ahí surgió En estado de coma (2005-2007), una obra que forma parte de la muestra antológica de Escallón que presenta el Museo de Arte Miguel Urrutia.

12-08-2024
hospital san juan de dios

​​​​​María Elvira Escallón estuvo tres años y medio visitando el Hospital San Juan de Dios. Allí llegó tras una invitación anónima. Foto Ministerio de las Culturas.

​Por Gabriela Herrera Gómez

Bogotá, 13 de agosto de 2024 (@mincultura). En 2003, María Elvira Escallón era la directora cultural del Club El Nogal. La noche del 7 de febrero, unos minutos después de salir de su oficina por una llamada de su hermana, un carro bomba con 200 kilos de explosivos estalló en las instalaciones del club. Aquel quedaría marcado como uno de los actos terroristas  más devastadores  en la historia de la capital, con un saldo de 33 personas fallecidas, 198 heridas y un daño material sin precedentes. 

Tres días después de aquellas escenas de terror, la gerente del club le pidió visitar el lugar y hacer una evaluación del estado de la colección de arte y antigüedades. Lo que Escallón encontró fue un edificio a oscuras envuelto en ruinas y escombros, y los rastros en las paredes de quienes habían tratado de sobrevivir durante el caos, entre otras imágenes dolorosas. La experiencia la impresionó tan profundamente, que desde ese día trabajó durante un año en una obra que llamó Desde adentro (2004) y que ejerce de prueba documental de lo padecido entre las paredes de El Nogal aquella noche de 2003.  

Otro hecho sorprendería a la artista. En la presentación de la exposición sobre El Nogal, un mensaje anónimo la conectaría para siempre con el Hospital San Juan de Dios y abriría un nuevo capítulo en su trayectoria artística. “A usted que le gustan esas cosas, visite el Hospital, que es el enfermo más grave que hay en Bogotá”. Estas palabras  estaban escritas en el libro de visitas de la exposición. Sin conocer al remitente ni la razón de su mensaje, y guiada por una mezcla de curiosidad e intuición, Escallón decidió visitar el Hospital. Se las arregló para entrar y llegó a la capilla, donde en ese momento estaban las trabajadoras del San Juan que se habían dedicado a cuidar sus instalaciones después del cierre en 2001. Ellas fueron sus guías durante tres años y medio. “Ahí empezó un proceso con el Hospital del que me costó mucho trabajo desprenderme”, recuerda. 

Unos días allí fueron suficientes para obtener un diagnóstico del extraño paciente: seguía vivo pero estaba en coma. “No tenía luz. Del mismo modo que a un enfermo terminal, cuando uno piensa que ya no hay nada que hacer, lo desenchufaron. Pero a mí me parecía que tenía la misma calidad de estos enfermos, de los que uno siente la esperanza que de pronto se recuperen y vuelvan a vivir”. Y agrega: “Yo siempre tengo la confianza de que el Hospital está despertando”. 

Maria Elvira Escallón (Londres, 1954) es escultora, fotógrafa y artista visual y plástica. Actualmente es docente en el Departamento de Arte de la Pontificia Universidad Javeriana. Su obra ha sido expuesta en Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos y Australia, entre otros. Ha recibido menciones como el Primer Premio en el Salón Regional de Artistas de Bogotá en 1997 y la lll Edición del Premio Luis Caballero; ha sido merecedora del premio La Ciudad, Patrimonio de Todos, otorgado por la Alcaldía de Bogotá en 2006 y la Beca Nacional a la Creatividad Individual del Ministerio de Cultura de Colombia 2014 y 201.

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Las fotografías corresponden a las obras ‘Cultivos’, ‘Extracciones’ y ‘Tejido blando’.  Foto: Encuentros en la fábrica de polvo. Museo de Arte Miguel Urrutia. Banco de la República.

‘Encuentros en la fábrica de polvo’

Cuando se transita por la calle once con carrera cuarta, en Bogotá, la obra de la artista trasciende la avenida. Por un lado, sobre la fachada sur de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el Canto lll de la Ilíada saca al transeúnte de su rutina:  el fragmento relata el momento en que los líderes de los ejércitos Aqueos y Troyanos toman la decisión de detener la guerra. Se trata de una intervención de Escallón como parte de la exposición En el fértil suelo (2017) que produjo en el marco de las conversaciones para la paz y que aún permanece.

Desde el 15 de junio, al otro lado de la acera -en el segundo piso del Museo de Arte Miguel Urrutia-, se exhibe Maria Elvira Escallón: Encuentros en la fábrica de polvo, una retrospectiva de su obra en una línea temporal que va desde 1997 hasta hoy. Cruzar esa calle  es acompañar este tejido que la artista le deja a la ciudad, un hilo que habla de las tensiones entre naturaleza y cultura, escombros y vida,  memoria y patrimonio en movimiento.

La exposición está hilada en seis ejes interconectados: En la fábrica de polvo, Ante el tiempo, Nuevas floras, Explorando parentescos, Del otro lado y Pequeño Museo del Aerolito de Santa Rosa de Viterbo. Hay  nueve obras entre proyectos, instalaciones y videoinstalaciones. 

Al llegar al segundo piso las palabras ‘Polvo eres’ sacuden al visitante. Se enmarcan en todo el muro. Es el hilo narrativo de la exhibición. A la derecha, un hilo de arena que cae desde un agujero todos los días a las 11 am –como una campana– inaugura el recorrido en clave de  metáfora del paso del tiempo. Se trata de la instalación Precipitación de arenas (2022). Al avanzar en el camino de la izquierda, un lecho de escombros y tierra se ensanchan como tapete hasta llegar a la puerta de la sala. Antes de llegar a ella, un texto escrito por Laura Restrepo es el preámbulo. Hace parte de El reino de este mundo (2008), que relata un encuentro con una mujer que busca y pela los ladrillos que encuentra entre los escombros de una demolición para construir su casa en siete días, como los siete días de la creación.

Al abrir la puerta, una de las fotografías de In vitro (1997) –un registro sobre el estado de ruina y deterioro de la Estación de la Sabana, en Bogotá– se muestra ante el visitante. Desde ahí, a diestra o siniestra, se encuentra con el Hospital San Juan de Dios, es decir, con una pequeña escala de la Torre Central que la artista reconstruye en la entrada para recrear el mundo que descubrió en su encuentro con ‘el enfermo más grave de Bogotá’. A través de cinco series fotográficas, audiovisuales y escultóricas, la obra denominada En estado de coma (2005-2007) estuvo expuesta en el Museo de Bogotá y fue publicada como libro por el Instituto Distrital de Patrimonio (IDPC). Conversamos con Escallón una mañana de julio en el Museo de Arte Miguel Urrutia. ​

Usted llegó al Hospital San Juan de Dios en el 2004. ¿Cómo fue este primer encuentro? ​

Yo  quedé completamente asombrada. Pensaba que después de siete años de estar detenido, me iba a encontrar una pocilga. Así había sido cuando entré a la Estación de la Sabana  para la exposición In Vitro (1997). Quedé tan anonadada de ese hospital con toda esa dotación. Tenía equipos magníficos, un equipo de resonancia magnética…veía todo en tan buen estado. Entonces me entró como una angustia. De alguna manera, yo tenía que avisar que eso estaba allí, que eso estaba sucediendo. 

¿Cómo fue la decisión de empezar a documentar y crear la exposición?

Yo me dediqué a la Torre Central. Ese fue mi objetivo. Desde el principio tuve claridad en eso porque me parecía que era el edificio que recogía la mayor cantidad de potencias en cuanto a servicio. Estaba completamente montado: 540 camas de hospitalización, trece salas de cirugía, creo que eran 26 camas de cuidados intensivos. Hay una sensación muy abrumadora al ver 460 camas de hospitalización vacías. Tú multiplicas 460 camas por 365 días por 7 años y son siempre los miles de pacientes que han dejado de usar esas instalaciones. El San Juan de Dios era un hospital para cualquiera que llegara, aunque no tuviera nada. 

Entonces inició la parte documental en fotografía: ‘Proyectos documentales’ 

Lo primero que hice fue fotografiar todo lo que pude de la Torre y ahí surgieron las postales. Hice muchísimas fotos piso por piso. De esas, seleccioné 10 fotografías, cada una la imprimí mil veces y las mandaba como un ‘paquetico’ a toda la gente que se me ocurría que tenía que ver con  salud, cultura y con educación. Por detrás, las tarjetas tienen un inventario con las funciones de ese piso y el equipo que hubiese. Ese fue el proyecto postal. 

¿Hay alguna de las fotografías de las postales que la haya marcado más?

Hay una que muestra el túnel. En el San Juan de Dios hay un túnel que pasa por debajo de la carrera décima y comunica el Hospital con el Instituto Materno Infantil. Allí estaba el archivo de las historias clínicas. Ahí debe haber como más de dos millones de historias clínicas con las que yo creo que se puede hacer la historia clínica o médica o hacer una especie de investigación histórica sobre la salud de Bogotá. Eso todavía está guardado allí. 

Después llegó ‘Recorridos nocturnos’ que es parte de las tres series documentales iniciales de la exposición. Se trata de un producto audiovisual en el que usted visitaba al hospital en  horas de la noche. ¿Por qué?

Sentía que la caída del sol y la llegada de la noche se asociaba con el momento de mayor vulnerabilidad que tienen los pacientes graves. Me impactaba mucho ver todas esas camas vacías a esas horas. Eran cuartos de hospitalización y los fotografiaba con una camarita que tenía 8 píxeles. Generaba una pequeña luz cuando sentía que el entorno estaba muy negro. Está centrado en el espacio de la cama porque yo creo que este es uno de los poquísimos espacios privados que puede tener un paciente en un hospital público.

Luego hizo ‘Tejido blando’, que en el Museo de Arte Miguel Urrutia está justo al lado de la exposición Desde adentro (2004).​

Así como las fotografías de ‘Desde adentro’, que son unas fotografías tomadas después del atentado del Club El Nogal con una serie de huellas que yo encontré en las paredes, están las huellas de ‘Tejidos blandos’. Esta es una serie llamada ‘Las cabeceras’, y son algunas de las fotos de cabeceras de cuidados intensivos. Me parecía que las fotos tenían una cosa muy  fuerte, entonces puse un pedazo blanco abajo para que nivelara, que funcionara como ese silencio, ese vacío, el contrapeso. Al verlo, uno no sabe qué enfermedad, qué padecimiento tenían esos pacientes. También están las sábanas con las marcas.

La serie ‘Cultivos’ dejó una de las imágenes más memorables y fuertes en la historia del Hospital: una cama que en vez de sábanas o pacientes le ha nacido hierba. ¿Cómo llegó a esta imagen?

Yo sentía que todavía me hacía falta algo. Sentía que yo no lograba transmitir, no me podía ir de allí, estaba capturada por ese hospital. Un día escuché hablar a un historiador sobre la ficción y entendí que a veces para hablar de la realidad es necesaria la ficción. Como en el San Juan de Dios no se pueden hacer instalaciones, yo en mi taller recreé una atmósfera del Hospital. Puse el mismo piso. Pinté de verde toda la sala. Puse allí la cama, –que no es una cama del San Juan sino de otro hospital, que estaban liquidando–, e hice un cultivo encima. Sembré esa yerbita, lo regué, esperé y lo fui fotografiando hasta ese punto que es una foto que produce muchas ficciones entre la gente. Piensan que el Hospital San Juan de Dios está lleno de camas así.​

¿Qué quería mostrar en realidad? 

Yo no podía dar cuenta del hospital mostrando todo lo que se estaba derrumbando sin tener en cuenta que había un grupo muy pequeño de 18 enfermeras y camilleros que se dieron a la labor de limpiar el Hospital cuando este cerró. Al hospital lo cerraron como quien cierra  una tienda y no liquidaron a la gente. Tenía 1.800 empleados. Pero este grupo hacía la limpieza general del hospital, conseguían los insumos. Ellas conseguían el ACPM para mantener con vida al equipo de resonancia magnética. Llevaban un monitoreo de los equipos, contaban que las piezas estuviesen completas, que todo estuviese bien. Todo con ese anhelo de que el día que el gobierno decidiera abrir el hospital, lo encontrara listo. Estaban atentas a esa orden. A mí me parece que esa orden ya llegó y yo cada vez que oigo sobre los asuntos del San Juan de Dios, siento que este es el momento, es ahora.

Y en la cama se puede ver esa dualidad entre abandono y vida…

Para mí, es un enigma de verdad saber cómo una persona logra evitar esa ruina y logra hacer un trabajo tan permanente y tan silencioso, tan desconocido. Entonces, de alguna manera la serie ‘cultivos’ está dando también esa misma imagen. Uno lo puede leer como una imagen de abandono, pero de todas maneras esto supone un cuidado, una siembra, supone haber regado esas maticas. Que una cosa tan pequeñita llegue a tener consecuencias tan grandes, es algo muy esperanzador en verdad, no solamente sobre el Hospital San Juan de Dios sino sobre la vida de todas las personas. 

¿Cómo fue ese encuentro con las trabajadoras?​

Ellas fueron las que me ayudaron a entrar a la Torre Central. Me mostraron los distintos pisos y tuve un acompañamiento muy afortunado. Yo agradezco mucho a la jefe Luisa Margarita Castro. También a la jefe Yaneth Damián. Ellas dos eran las enfermeras jefes de ese hospital; también estaba Rosalba. Yo los entrevisté a todos y los escuché. Hice un pequeño video que relata su experiencia. 

Siguiendo con la escultura, también está la serie ‘Extracciones’ que es la que ocupa la mayor parte del espacio en el MAMU. ​

Esto surge porque yo me entero que el Hospital San Juan de Dios había sido un hospital riquísimo. El señor José Joaquín Vargas le deja al hospital la tercera parte de la Hacienda del Salitre o la mitad. Es como decir la quinta parte del occidente de Bogotá. Entonces me preguntaba, ¿por qué el hospital cayó en ese estado de pobreza? Así que conseguí estos catres en ese otro hospital que estaba siendo liquidado. La serie muestra los cortes realizados en esos catres, cortes muy sistemáticos, rectos. Poco a poco van reduciendo ese espacio del paciente hasta no quedar prácticamente ninguno. Entonces aquí vemos como estos van siendo consumidos por esa ‘pared institucional’. En otras el corte es central, quedan dos pedazos y en la mitad queda un vacío en el puesto del paciente.

¿Cómo consigue reconstruir en su instalación la atmósfera del Hospital después de veinte años? Entiendo que la inspiración siempre ha sido la Torre central. 

Totalmente. Resulta que estas camas son colección del Banco de la República [Serie Extracciones]. Son particularmente difíciles de montar. Cuando este proyecto ganó una beca de Patrimonio del IDPC fue expuesto en el Museo de Bogotá, que en ese momento tenía las paredes curvas, cuando estaba ubicado en el Planetario Distrital. Entonces, cuando montan estas camas aquí [en el Museo], les toca repetir esta precisa curva. Esa gran sofisticación de montaje fue obra del curador Luis Fernando Ramírez. 

¿Cuál fue la conexión con la Torre?

Cuando esto está montado detrás de una pared blanca, con un piso de madera muy sofisticado como el que tiene esta sala, es una cosa muy diferente a cuando se monta teniendo en cuenta el color de las paredes del hospital y el piso. Yo tengo una foto pequeña donde se alcanza a ver un pedazo de piso de la Torre. A partir de ahí, lo trabajamos hasta convertirlo en el del Hospital. Me parecía que así se comunica una atmósfera que transmite algo muchísimo mejor que cuando está contra la pared blanca y el piso de madera.

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Esta obra pertenece a la serie Explorando parentescos, incluida en la retrospectiva de María Elvira Escallón. Foto Ministerio de las Culturas.

Usted ha decidido llamar a esta nueva revisión de todas sus obras en el MAMU como ‘Encuentros en la fábrica de polvo’. ¿Por qué ‘polvo’? 

Cuando mi hija Laura Noguera era chiquita, llegó completamente afectada del colegio. La hicieron formar una fila en la iglesia y les pusieron una cruz negra en la frente. Luego les dijeron: ‘polvo eres y en polvo te convertirás’. Yo ya había escuchado la frase, pero realmente tomó fuerza con el relato de mi hija. Con los años, esa frase que en un principio pareció tan severa, se ha venido nutriendo de otro tipo de conceptos. El polvo es como una especie de ‘capita’ que no tiene cuerpo, que no tiene consistencia, sencillamente es volátil. No somos una masa tan consistente como creemos, somos realmente unos aglomerados de energía y de partículas que van vibrando a grandes velocidades. De igual manera, en el caso de El reino de este mundo, encontré a una mujer, Fanny González de Cadena. Ella cogía los ladrillos y les quitaba todo el cemento, el panete y la pintura y los rescataba como materia prima para hacer su nueva casa. Así lo hizo. Todas las obras están hechas a partir de un mismo material que son los escombros y estos no son el punto final. En el Hospital San Juan de Dios, detenido 7 años o más, no necesariamente fue el punto final. 


***
El próximo 28 de septiembre, en el marco del Mes del Patrimonio, el IDPC en alianza  con el Museo de Arte Miguel Urrutia llevará a cabo un Conversatorio-Recorrido dentro del Hospital San Juan de Dios. En esta jornada, la artista María Elvira Escallón recorrerá algunos espacios del hospital para la activación de aquellas memorias que aún no han sido reveladas, a través de un diálogo significativo con una de las personas que se ha mantenido en pie de lucha por el San Juan de Dios. La actividad se hará con inscripción previa. Los detalles se publicarán  en la primera semana de s​eptiembre, cuando se lance la programación oficial que el  IDPC ofrecerá a la ciudadanía en esta celebración de ciudad. 

  • Visita aquí la web del IDPC.

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