En el 2012, luego de que los habitantes de Tumaco resistieran ante una andanada de atentados terroristas, en el Colegio Tumac del barrio Ciudadela se empezaron a sembrar las semillas de una transformación social a través de la danza.
Diana Cortés, coreógrafa y directora, cuenta que, como respuesta a aquellos hechos de violencia, surgió el grupo Pacific Dance. En sus comienzos, la agrupación se planteó como una estrategia para el uso del tiempo libre, pero esa propuesta fue evolucionando.
“Poco a poco, fue tomando fuerza hasta convertirse en un espacio protector, que le brinda a niños y a niños nuevas alternativas, sobre todo para la construcción de sus proyectos de vida”, explica la joven artista.
Esta mirada era una manera de trascender de esa tradición que encierra al arte en la esquina de una expresión meramente lúdica. Gracias a esta filosofía, Pacific Dance se ha convertido en un semillero de talentos.
Según Cortés, por la agrupación han pasado tres generaciones en estos 12 años y se han estrenado seis producciones coreográficas. La generación actual, por ejemplo, está conformada por artistas entre los 13 y los 25 años.
Ellos son los protagonistas de La otredad, la obra más reciente de la agrupación, que se presentará el 13 y el 14 de octubre en el FIAV Bogotá – Festival Internacional de Artes Vivas. Para esta primera edición, el evento tendrá como región invitada de honor al Pacífico colombiano.
La obra se presentará el 13 y el 14 de octubre en el FIAV Bogotá – Festival Internacional de Artes Vivas.
La directora y coreógrafa de Pacific Dance cuenta que esta pieza nació de un proceso de creación colectiva que lleva más de cinco años. “Venimos dándole vueltas a cómo empezar a hablar desde el cuerpo, desde la danza y desde el teatro, de espacios de reivindicación para las poblaciones afrodescendientes de la diáspora que están repartidas en Colombia”, asegura Cortés.
Durante el proceso de preproducción, los protagonistas de la obra realizaron investigaciones sobre experiencias propias en las que el racismo los ha atravesado. El siguiente paso fue llevar a escena esas vivencias, con el objetivo de proponer un camino para el cambio.
“La forma en como danzamos, creamos, hablamos y nos expresamos está ligada a un saber y a un conocimiento ancestral que está dentro de nosotros”, complementa Cortés.
Una mirada a los otros
Conceptualmente, La otredad se basa en cuatro temas fundamentales: racismo estructural, esencialismo, etno-racismo y colorismo, que según Cortés son cuatro problemáticas que afectan principalmente a las poblaciones afrocolombianas.
Incluso el nombre de obra está muy relacionado con cómo se ven, cómo se identifican y en qué lugar se ponen a los otros. Lo anterior, según Cortés, tiene el objetivo de reconocer que en el racismo hay una responsabilidad social colectiva y que la única forma en que se puede reivindicar a quienes la sufren es empezar a entender qué posición está asumiendo cada cual.
“Lo que queremos en realidad es que haya un proceso de reflexión y de acción social, que la gente que vea la obra salga preguntándose: ¿qué estoy haciendo yo para promover los actos racistas? ¿Qué no estoy haciendo para disminuirlos? La otredad le apunta específicamente a estos espacios de sanación y de reivindicación”, añade.
Sobre esas capas de trasfondo social se sustenta una propuesta coreográfica que refleja el interés por las danzas urbanas de Pacific Dance. Esta apuesta está claramente ligada a la población con la que trabaja, que está motivada por explorar expresiones más modernas del movimiento.
Sin embargo, la agrupación también tiene como objetivo misional mantener viva la tradición, específicamente del Pacífico, y hablar de los saberes y las memorias de los pueblos afrodescendientes colombianos.
La obra mezcla danzas urbanas con ritmos tradicionales como el currulao y la fuga.
“Por eso, hemos optado por mantener una mezcla de esas danzas tradicionales como el currulao y la fuga, entre otras, con esa esencia de Pacific Dance, que al final es lo que mantiene conectado a los jóvenes que están relacionados con todo lo urbano”, explica Cortés.
Más allá de esa mezcla, La otredad propone un vínculo hacia el pasado, pues para la directora las danzas en general tienen una raíz en África. Según ella, los ritmos urbanos tienden a tomar elementos de las tradicionales y las tradicionales de los urbanos.
“Hay una clasificación de las danzas, pero, cuando se entiende que todo proviene de una raíz que es la madre África, nos damos cuenta de que estamos haciendo uso de todo este legado ancestral que nos han dejado nuestros antepasados y que se ha convertido en una parte valiosa para lo que hacemos hoy los artistas en medio de la creación”, agrega.
Artes vivas para reivindicar el cuerpo
Más allá de su valor estético, las artes vivas pueden convertirse en un medio para reivindicar el cuerpo, ese que ha sufrido tanto por los conflictos violentos que han azotado al país. En estos 12 años de trabajo de Pacific Dance, Diana Cortés ha aprendido que los espacios relacionados con las artes vivas, como la danza y el teatro, también permiten generar unos procesos de reivindicación de la memoria.
Para ella, las artes vivas son un alimento para el cuerpo y es importante, además, que no se queden sólo en el plano de la belleza artística, sino que también hablen de los contextos territoriales, de los dolores, de la resiliencia y de la resistencia de los pueblos afrocolombianos.
“Cuando esos discursos vienen de territorios como Tumaco, como Nariño, hay un poder muy grande (...) Hay un proceso de reivindicación que me permite reconocer cuáles son mis espacios, mis memorias y mis procesos colectivos e individuales, para luego poner esto en la escena y que otra persona lo conozca”, finaliza la directora.
La obra es protagonizada por artistas entre los 13 y los 25 años.
Bogotá, capital mundial de las artes vivas en octubre
El FIAV Bogotá nace gracias a una alianza entre la Presidencia de la República y la Alcaldía Mayor de Bogotá y es organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes; la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá y la Cámara de Comercio de Bogotá.
La primera edición, que se realizará del 4 al 14 de octubre, tendrá una programación de 100 obras de compañías de 14 países, como Bélgica, Francia, Irlanda, Dinamarca, España, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Burkina Faso, Brasil, Dinamarca, Argentina, Uruguay y Chile, entre otros.
La Plaza de Bolívar será el espacio de la inauguración con la obra Pedaleando hacia el cielo, de Bélgica, que tendrá dos funciones -4 y 5 de octubre-. Allí también tendrá lugar la clausura de con los espectáculos Muñecas gigantes y Mobile homme de Transe Express de Francia, que se podrán ver el 13 y el 14 de octubre.
Además de la programación artística, el FIAV Bogotá tendrá una agenda de 50 eventos académicos y un Mercado Cultural dirigido a compañías colombianas.
Programación en www.fiavbogota.com
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