Por Juan David Amaya
Teyrungʉmʉ Torres o Teyrun, como le gusta que lo llamen, es un hombre de 32 años que desde muy pequeño hizo preguntas acerca del universo, su composición, sobre cada uno de los seres que lo rodeaban, visibles e invisibles, y debatía las enseñanzas de los mamos y sabedores de la comunidad séynimin, que habita en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el departamento de Cesar (Colombia).
También vivió en Valledupar, donde terminó sus estudios de primaria y secundaria y se interesó por la manera en la que la sociedad occidental explicaba la naturaleza y el mundo en sí mismo. Esto lo llevó a estudiar Física en 2016 en la Universidad Nacional de Colombia, un espacio en el que encontró retos y complejidades, pues no es fácil ser indígena en una ciudad como Bogotá, pero en el que también se dio cuenta de que “siempre hay puntos de encuentro, en los que están los conocimientos ancestrales y la ciencia, que nos permiten entender una en la otra", relata.
Con cada aprendizaje, estos puntos de encuentro se volvieron más tangibles. Teyrun recuerda que empezó a darse cuenta de que si bien los métodos de análisis de la ciencia y de los sabios de su comunidad son distintos, han dejado reflexiones similares. “Hay algo fundamental en la cultura ikʉ, el yui, la traducción literal es como el “sol", como algo de valioso valor o sinónimo del dinero. Es lo que tiene que ver con esa energía vital que nos permite vivir a todos los seres. Uno explora esto y encuentra leyes físicas como la del movimiento de la energía", dice, mientras explica ambas formas de entender el mundo.
Y es que Teyrun es un convencido de que esas mismas leyes surgen del conocimiento ancestral e invita a abordar todas esas reflexiones desde la vida cotidiana de las personas. La clave está en aprender de esos ancestros, quienes con prácticas tan sencillas como observar, analizar, escuchar y sentir el mundo han sabido vivir en equilibrio con su entorno. “Como circula el yui, es la misma concepción que los físicos tienen para entender este tipo de entidades – el sol-, de energía", agrega.
Su estudio del universo también lo ha llevado a romper estereotipos alrededor de los saberes indígenas que, según él, “no solo están relacionados con creencias o procesos espirituales, sino que provienen de una observación constante y profunda de todos los seres vivientes y no vivientes". Explica que este conocimiento ancestral se fundamenta en principios básicos para mantener “la ley de origen", que quiere decir que la naturaleza siempre va a buscar la estabilidad, un equilibrio en el que todos y todas debemos contribuir. Dice que “se relaciona con el cuidado, con el respeto, con los demás elementos, con los demás seres que componen la naturaleza. Esa estabilidad es en la que se basa todo: la construcción de una casa, el nacimiento de un niño, la unión de dos personas, la siembra, todo se fundamenta en ese principio de estabilidad".
Para el pueblo arhuaco(o Ikʉ), la naturaleza siempre busca la estabilidad, un equilibrio entre todas las especies. Créditos: Museo Nacional de Colombia
Colectivo Agua Maestra
A partir del inicio de su pregrado en Física, Teyrun comenzó a tener diálogos desde otras perspectivas con los líderes de su comunidad. Su objetivo era encontrar puntos de unión entre perspectivas distintas. Al mismo tiempo, comenzó a reunirse con un colectivo de profesionales de diferentes disciplinas para dialogar y llegar a reflexiones que les permitieran desarrollar proyectos para la protección y salvaguardia de la lengua y cultura arhuaca, así como de su territorio.
Esto los llevó a crear el Colectivo Agua Maestra, que se ha dedicado a desarrollar diálogos de saberes, para la búsqueda de soluciones que se acojan a los principios de la comunidad arhuaca. Lo han hecho a través de los postulados del método de Investigación Participativa que le permitieron al sociólogo colombiano Orlando Fals Borda tejer puentes entre el mundo indígena y el no indígena, en medio de un territorio ancestral que se sitúa en la Sierra Nevada de Santa Marta, el macizo montañoso con mayor altura junto al mar Caribe.
Ellos se han dedicado a caminar el territorio, a hablar con sus guardianes, pues para ellos este es “el corazón del mundo", a escuchar y observar sus especies de fauna y flora y a formular acciones para evitar los despojos territoriales y los megaproyectos extractivistas que buscan cabida en estas tierras.
De esta manera, el colectivo ha logrado participar en la Unión Astronómica Internacional, en donde desarrollaron diálogos sobre el cielo y la visión ancestral de la Sierra; en la Universidad de Canadá, en donde hablaron sobre el agua y la protección del territorio donde nace; adelantaron proyectos con niños y la comunidad arhuaca, como la construcción de un baño seco e iniciativas de recuperación de saberes tradicionales. Recientemente, ganaron una residencia del Portafolio Nacional de Estímulos 2024, que les permitió viajar a Bogotá a contar su historia en la sala talleres del panóptico del Museo Nacional de Colombia.
El Colectivo Agua Maestra se ha dedicado a desarrollar diálogos de saberes, para la búsqueda de soluciones que se acojan a los principios de la comunidad arhuaca. Créditos: Museo Nacional de Colombia
Tanʉzanamʉ, trenzando historias desde el origen para equilibrar el futuro
Para crear la exposición Tanʉzanamʉ , el Colectivo Agua Maestra se hizo varias preguntas: cómo dialogan los objetos que representan los saberes arhuacos con la ciudadanía y cuáles son los saberes que estos almacenan para entender la manera en la que esta cultura comprende la paz, la tranquilidad y la armonía.
Su concepto fue cambiar la asociación que existe entre las piezas artesanales y del día a día con el pasado, y darles la oportunidad de representar otras perspectivas. “Estos abuelos – forma en la que denominan a los elementos realizados por sus antepasados, como las mochilas y cestas- representan el futuro porque guardan y simbolizan los conocimientos. Desde nuestra mirada, esa energía vital se activa con todos esos elementos que hay en los museos", dice Teyrun al recordar cómo fue la ideación de este trabajo artístico.
En el proceso, que se desarrolló durante dos semanas en agosto pasado, participaron cinco personas del colectivo y dos mamos de la Sierra, sin dejar a un lado a las personas que crearon una cartilla ilustrada que explica en términos sencillos lo que significa el equilibrio para los arhuacos: un ecosistema sano, el bienestar corporal, la espiritualidad, la sostenibilidad y la armonía en comunidad.
En este espacio de creación también estuvieron profesionales del Museo Nacional, quienes, según cuenta otro de los líderes del proyecto, empezaron a abrir su corazón mientras hacían realidad este proyecto. “A veces la conversación en los museos es desde el pensamiento, desde la historia y desde lo que ha dicho la arqueología y la etnografía, pero la invitación de los mayores fue a sentir y, un poco, asumir las responsabilidades que los bogotanos y las personas del museo tienen al tener aquí a estos abuelos", comenta.
El concepto de la exposición Tanʉzanamʉ es cambiar la asociación que existe entre las piezas artesanales y del día a día con el pasado, y darles la oportunidad de representar otras perspectivas. Créditos: Museo Nacional de Colombia
El Tanʉzanamʉ es, entonces, un proceso que sustenta el equilibrio que necesita el universo y un medio de consulta para encontrar qué nos dicen las voces ancestrales.
“La idea es trenzar el Tanʉzanamʉ, el equilibrio que requieren las comunidades, el territorio, el país y el mundo. Una visión en general de cómo contribuir a la paz", concluye Teyrun.
Esta exposición estará abierta al público en la sala talleres del panóptico del Museo Nacional de Colombia hasta finales de septiembre.